No sabemos cómo empezó todo si fue el huevo o la gallina —eso se preguntan los que no saben— y esa es la eterna pregunta cuando hablamos de conductas en menores, de adicciones silentes que van calando en su modus vivendi. Cuando nos queremos dar cuenta es tarde. Asistimos al nuevo mundo en donde se organizan ese tipo de personas que desde la más tierna infancia consumen. Ora juegos; ora series; ora TikToks; ora «Likes«; ora «Red bulls«; ora juego; ora alcohol; ora marihuana…o lo que se tercie para no pensar. Y en ese desenlace fatal organizan su mente de una forma distinta porque sin ver el riesgo —porque en la juventud este no existe y no se percibe—, se construye una identidad para siempre que lejos de mejorar, empeora si no se detecta a tiempo.
Nos encontramos con la adicción en toda la extensión de la palabra pero padres y abuelos no la perciben. Mirar al móvil compasivamente, sentir que no eres nadie si no tienes likes, proyectar una imagen de felicidad en un entorno entre conocidos o desconocidos sin decir la verdad, es necesariamente negativo. Vivir como un narcisista o consumir vídeos, reels, cuantos más, mejor y sin ton ni son, hace que estos niños tengan luego problemas de adolescentes y los arrastren toda la vida. Un precio demasiado alto si hablamos de salud mental.
Prensa Social: Estamos con la doctora Maite Ramírez, psiquiatra de niños y adolescentes. Muchas gracias por recibir a Prensa Social. La primera pregunta es una obviedad: ¿Qué ha pasado? ¿Qué ha sucedido en esta última década?
Dra. Ramírez.- A una tendencia al alza de las consultas por trastornos mentales en niños y adolescentes se le ha sumado la pandemia por Covid-19, que ha provocado un empeoramiento de la salud mental en todo el mundo.
P.S.- Si hablamos de adicción en toda la extensión de la palabra nos encontramos con la patología dual* no siempre conocida ni contemplada. ¿Usted justifica que detrás de las adicciones —sean cuales sean—, existe una enfermedad mental sin tratar? (*p.dual: adicción más enfermedad mental)
Dra.R.- La adicción no es una mala conducta ni un vicio. Tomar una copa o fumarse un porro puede ser una decisión libre, pero desarrollar una adicción no lo es. Son las personas más vulnerables las que la desarrollan, y a veces esa vulnerabilidad es otro trastorno mental. Después la propia adicción tiene consecuencias negativas en la familia, en el trabajo, en los estudios, en la salud, etcétera, causando otros padecimientos secundariamente.
P.S.- ¿Cuál es el papel de los padres y abuelos cuando el infante coge un móvil con dos años y ya no lo suelta? ¿Son conscientes de los otros factores que estos pierden?
Dra.R.- El papel de los padres y los abuelos del infante que coge un móvil con dos años es quitárselo. Creo que a estas alturas todo el mundo sabe que es perjudicial, pero a veces la tentación de que el niño deje de molestar es demasiado grande.
P.S.- ¿Podría justificar que esos adolescentes no se salvan a posteriori si ya han caído en las redes de la adicción?
Dra.R.- Una vez que la adicción se ha producido, ya nunca desaparece. Se puede ser un adicto en situación de abstinencia, pero no se puede dejar de serlo. Por eso lo importante es la prevención, especialmente en la adolescencia, momento de gran vulnerabilidad. Es importante que los padres y los adolescentes sepan que el mero hecho de retrasar la edad en la que se inicia el contacto con la sustancia o la conducta adictiva disminuye la posibilidad de quedarse enganchado, porque la parte del cerebro que controla la conducta y contrarresta el poder de la adicción se termina de desarrollar muy tardíamente, ya en la veintena.

P.S.- Vamos por partes: si el uso compulsivo e incontrolado de juegos, consumo de televisión, redes, etcétera está generando un juego patológico, ¿se percibe como tal o es la niñera o lo que permite desconectar a los padres y abuelos de sus obligaciones?
Dra.R.- Como decía antes, creo que todo el mundo es consciente de que no es conveniente exponer a los niños a las pantallas demasiado pronto. Esos artilugios producen un torrente de estímulos luminosos y sonoros con los que la realidad no puede competir. No es lo mismo que el cerebro se desarrolle expuesto a las pantallas electrónicas que expuesto a los estímulos del mundo real, más lentos, menos numerosos y con mayores requerimientos de actividad por parte del niño. No todas las consecuencias tienen por qué ser negativas, pero algunas sí lo son, como el uso excesivo, el sedentarismo o la intolerancia a la espera.
P.S.- Respecto al resto de consumos de sustancias aunque representan lo que son —un problema de salud pública— no se valora el impacto y se justifica siempre. Hablamos del riesgo, los trastornos, etcétera. ¿Las enfermedades que generan se tapan, se silencian?
Dra.R.- Me parece que las autoridades tienen muy claro que las consecuencias negativas de las adicciones son enormes, tanto en términos de pérdidas humanas como en coste económico. No creo que se pueda decir que se tapan, pero sí es cierto que sigue fallando la prevención. Sabemos que hay iniciativas que funcionan, como la llevada a cabo en Islandia. En ese país, las autoridades decidieron reducir el uso de sustancias psicoactivas en los menores fomentando el tiempo en familia y el ocio de calidad, y para ello llegaron a decretar el toque de queda para los menores y sus padres. Es difícil defender una política tan represiva, pero es innegable que de la experiencia islandesa sabemos que la forma en la que pasan los menores su tiempo libre es importante y quizás deberíamos sacar alguna conclusión de esa evidencia.
P.S.- Si consideramos esta característica del desarrollo de los adolescentes que realmente los hace más vulnerables porque la conducta impulsiva los coloca en situaciones de riesgo en las que pueden tener deficiencia en el manejo de las emociones y en la toma de decisiones —ejerciendo escasas conductas de autocuidado—, especialmente en situaciones de presión social ejercida por el grupo de pares, ¿ellos lo perciben así o han de terminar en urgencias?
Dra.R.- Está demostrado que el cerebro de los adolescentes infravalora el riesgo y tiende a la búsqueda de emociones y novedades. Se cree que es una ventaja evolutiva que hace que las generaciones más jóvenes cambien la sociedad que dejaron sus padres. No obstante, lo que es una ventaja para algunas cosas es una desventaja para otras, ya que esa característica, junto con la mencionada inmadurez de las zonas de control, los hace más vulnerables a las adicciones.

P.S.: ¿Se es adicto siempre o desde cuándo? ¿Qué factores inducen y qué componentes existen para caer en esa trampa?
Dra.R.: Se es adicto desde el momento en que ya no se puede abandonar la conducta o la droga sólo con proponérselo, a pesar de estar sufriendo consecuencias negativas. Algunos factores de riesgo están en el potencial adictivo de la sustancia o la conducta, en la accesibilidad a la misma o en la consideración que tiene en la sociedad. Otros están en el individuo. Se hereda la vulnerabilidad genética y también existen factores de riesgo psicológicos.
P.S.: ¿Qué trabajo realiza con los niños y jóvenes en consulta?
Dra.R.: Los trastornos mentales se tratan a todas las edades con medidas biológicas, psicológicas y sociales. En los menores, sin embargo, es especialmente importante detectar situaciones ambientales adversas como por ejemplo el maltrato porque todavía estamos a tiempo de evitar las consecuencias. A día de hoy sabemos que el maltrato es un factor de riesgo muy significativo para desarrollar adicciones y otros trastornos mentales, y que incluso un maltrato de baja intensidad deja huellas negativas demostrables a largo plazo en los mecanismos neurobiológicos que se ocupan de regular las emociones. También el aislamiento social, el rechazo o el acoso escolar son especialmente dañinos a estas edades. En cualquier tratamiento se debe tener en cuenta todo esto y ayudar a los menores a resolver estas situaciones si es posible, o a superar el daño emocional resultante si no lo es.
P.S.: ¿Cuáles son las enfermedades mentales más acusadas en este siglo de redes sociales?
Dra.R.-Los trastornos mentales más frecuentes son la ansiedad y la depresión, que además han sufrido un aumento con la pandemia por Covid-19. La pandemia ha sido un momento que ha permitido demostrar la parte más positiva de la tecnología y las redes sociales, pero también la más negativa, ya que al sustituirse totalmente los contactos en la vida real por contactos virtuales se han producido efectos adversos como ansiedad, depresión y sentimientos de inadecuación al compararse con las vidas idealizadas de otras personas. Las redes sociales modifican la forma en la que se relacionan las personas. En la vida real nadie tiene cientos de amigos; en la relación cara a cara nadie recibe decenas de insultos por su aspecto físico en un minuto ni tampoco de elogios o «likes». Todo esto puede ser muy difícil de gestionar.
P.S.: ¿Qué ayuda deben pedir los padres en estos casos?
Dra. R.- Los padres deben estar atentos al estado mental de sus hijos, hablar con ellos y buscar ayuda cuando ven que están mal y no pueden solucionarlo con sus propios recursos. Pero hay que recordar que para que los hijos les confíen sus problemas en la adolescencia hay que escucharlos desde que son pequeños, demostrarles que son importantes y reaccionar adecuadamente y de forma no amenazante cuando lo que cuentan no es agradable de escuchar.
P.S.: Los adolescentes con un pie en la mayoría de edad creen que controlan cuanto hacen. Los famosos «binge» da lo mismo si es alcohol, drogas o series, ¿qué generan?
Dra. R.- La mayor parte de las veces estas conductas se abandonan con la edad o se mantienen en niveles recreativos, no dañinos para la salud. Aunque sólo una minoría desarrollará una adicción no siempre es fácil prever quién va a ser el que se va a quedar atrapado, por lo que es mejor prevenir y evitar en lo posible las conductas de riesgo.
P.S.: ¿Hay esperanza, se sale? Eso preguntan padres y abuelos. Según las etapas de consumo de las sustancias de abuso diríamos que desde lo experimental hasta lo ocasional hay un pequeño tramo que nos lleva a que sea habitual. ¿Qué sucede cuando nos anidamos ahí? Se es joven pero se termina siendo mayor en estas andanzas. ¿Usted lo predice?
Dra. R.- La adicción es un trastorno crónico pero es tratable y la persona puede recuperar el control de su vida. Cuanto más tarde se inicia el tratamiento el pronóstico es peor y hay más probabilidades de que se hayan dañado de forma irreversible la salud, el trabajo, las relaciones familiares, etcétera, creándose un círculo vicioso del que es difícil salir.
P.S.: ¿Cuándo se debe pedir ayuda? Un joven de 21 sigue igual de perdido si es adicto que uno de 13. ¿Qué les recomienda entonces?
Dra. R.- Es mejor pedir ayuda lo antes posible. Sin embargo, no suele hacerse hasta que no se ven claramente las repercusiones en la salud, el trabajo o las relaciones familiares. La puerta de entrada al tratamiento en la sanidad pública es el médico de familia, pero también hay centros privados y asociaciones que pueden ayudar.
P.S.: ¿Es tan importante la crianza, la infancia, la construcción de la identidad del yo con los padres para que esos hijos luego no se pierdan?
Dra. R: La crianza es importantísima. La genética guía el desarrollo cerebral, pero el ambiente en que se crían los hijos puede hacer que una vulnerabilidad nunca llegue a expresarse o que un buen bagaje genético no sea suficiente para superar un daño.
P.S.: ¿Qué tendrían que hacer entonces?
Dra. R.: Tratar a los hijos con cariño y respeto, imponiendo límites y supervisión de la conducta, pero de forma no violenta. Por alguna razón, hay muchas personas que todavía creen que mientras que a un adulto no se le debe pegar nunca, ni siquiera a un asesino, a un hijo sí y que no pasa nada por ello. Está demostrado que se equivocan, y que cuanto peor tratamos a un hijo, más le gritamos, lo ignoramos, le pegamos o le decimos cosas ofensivas, más difícil se vuelve su comportamiento y más aumenta el riesgo de que en la adolescencia sufra adicciones y otros problemas.
P.S.: Ser dependiente aunque se perciba que no se es, es la realidad de todos los adictos. Adicto suena mal pero es así. Digamos que se abusa, mejor. ¿Se sale de todos esos boquetes?
Dra. R.: La negación suele ser una parte inevitable de la adicción y por lo general se mantiene hasta que ya no es posible hacerlo. Abandonar el autoengaño es necesario y el primer paso para la recuperación.
Muchas gracias, doctora. Su aportación es muy útil a la hora de hablar de niños y adolescentes adictos. Todo se consume en este siglo pero ni siquiera nos detenemos a pensar qué. Esperemos que esta entrevista sea importante para las familias que se encuentran con casos de adicciones tempranas de menores y están perdidas, para que puedan guiarse de su experiencia y consejos. Sin duda, cualquier momento es bueno para salir de ahí con ayuda.