Los niños con autismo son un colectivo en crecimiento, máxime cuando la detección del TEA en la infancia es vital para su evolución.
Dar visibilidad a las personas con TEA o trastorno del espectro autista. Ese es el principal cometido del Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, cuyo efeméride se celebra este domingo, 2 de abril, en alusión a un síndrome con el que nacen uno de cada 100 niños, según diagnósticos actuales.
En jaque la exposición a los trastornos psicológicos de los niños con autismo
Mientras el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) ha puesto en marcha un nuevo proyecto destinado a estudiar la estructura tridimensional del genoma en los TEA, buscando validar funcionalmente nuevas dianas génicas de este trastorno, un equipo de investigadores de Nutrición y Salud Mental, perteneciente a la Universitat Rovira i Virgili (URV), en Cataluña, ha sugerido en un reciente estudio que los niños con autismo se enfrentan a un mayor riesgo de sufrir problemas emocionales, hasta tres veces o más.
De esta forma, mientras el primer ensayo en abierto viene liderado por el profesor Ángel Carracedo Álvarez y promete colaborar estrechamente con el CIMUS, el grupo de Genómica y Bioinformática del Centro de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas, entidad suscrita por cierto a la Universidad de Santiago de Compostela (USC), en Galicia, el trabajo del URV se focaliza más exactamente en las afecciones vinculadas a la salud mental, véase la ansiedad y la depresión.
En cualquier caso, se trata de un trabajo incluido en el ‘proyecto EPINED’, el ‘Estudio Epidemiológico de los Trastornos del Neurodesarrollo’, que tuvo al frente a Josefa Canals, catedrática de la URV, así como a Paula Morales, Carmen Hernández y Núria Voltas.
Durante su realización, las investigadoras observaron y pusieron a prueba a unos 800 escolares y preescolares residentes en la demarcación de Tarragona, en cuyas conclusiones se recoge que si los niños con autismo tienen TDAH o déficit de atención con hiperactividad, dicha comorbilidad aumenta el riesgo psicológico unas cuatro o cinco veces.
Y es que, al parecer, «la posibilidad de desarrollar síntomas de ansiedad y depresión aumenta hasta tres veces en los niños y niñas que presentan una de las dos condiciones», tal y como afirmó Paula Morales, autora principal del trabajo; añadiendo, no obstante, que «si tienen el doble diagnóstico, TEA y TDAH, presentan una vulnerabilidad sensiblemente más grande».
En opinión de esta experta, muchas de las veces en que se hace un diagnóstico de TEA no se acaban evaluando las dificultades en la regulación de la atención, específicamente, como tampoco de la conducta, más característicos del TDAH. ¿A qué se debe esto? Al hecho de que se superpone la sintomatología de los dos trastornos, según Morales, o simplemente porque solo se considera el diagnóstico principal «como un cajón de sastre en que cabe todo».
El presente estudio, sin embargo, matiza con meridiana claridad que afinar mucho más en el diagnóstico es una conducta experta mucho más clave que es importante fomentar, igual que precisar si los pacientes también tienen TDAH, por ejemplo, ya que, de ser así, acumulan mucho más riesgo de presentar problemas emocionales.
«Si no se detecta no se puede tratar adecuadamente», y así lo resumió Morales. «Hay que ser más rigurosos, puesto que, si ajustamos la intervención y el acompañamiento, esta persona tendrá un mejor pronóstico y una mejor evolución».
En este sentido, y volviendo a los datos aportados por el grupo de investigación de la URV, el 32 por ciento de los niños con autismo que se encuentran en edad escolar sufren problemas emocionales clínicamente significativos, especialmente ansiedad y depresión. ¿Lo peor? Que el porcentaje entre quienes tienen TDAH sube a un 38 por ciento, alcanzando el 57 por ciento entre quienes reúnen el doble diagnóstico.
España, el país con 450.000 personas con TEA
Entendido como ese trastorno del espectro autista que dificulta la sociabilidad y la relación interpersonal, mientras fomenta muchas veces los actos estereotipados, el autismo no habla de enfermedad, sino de una condición de por vida. Una realidad cuyo índice de incidencias está aumentando exponencialmente de un tiempo a esta parte, por cierto, debido «a que los diagnósticos son cada vez mejores», según recogen entidades como la Federación Autismo Galicia.
De hecho, su presidenta gallega, Mercedes Fernández, explica que cada vez se hacen más diagnósticos del TEA, por lo que «los niños acceden antes a la atención temprana y hay más recursos para poder recibir apoyos». Pese a ello, es justo señalar que las valoraciones de los niños con autismo aún tienen mucho camino de evolución por delante, dado que «los ítems establecidos en las encuestas están destinados a hombres, pues se diagnosticaban más», en referencia a un trastorno que aún se aqueja de un sesgo de género.
De acuerdo con esta clínica médica, el autismo tiene relación con el desarrollo del cerebro, básicamente, aun cuando se desconoce buena parte de sus causas, de tal forma que afecta al modo en que perciben y socializan quienes lo padecen, a la hora de encararse a otras personas, sobre todo. Se dice, de hecho, que, si bien el autismo suele presentarse durante la primera infancia, muchos de sus pacientes reciben su dictamen una vez de adultos o jóvenes, aun cuando su TEA se haya desarrollado en sus primeros años de vida.