Nuria del Saz (Sevilla, 1974) tiene la mirada del periodismo; ese que se ejerce por vocación. Licenciada en Ciencias de la Información, es escritora y es la primera periodista ciega que presentó informativos en televisión aunque todo empezó en la radio, en Onda Total. Entre sus diversos galardones se encuentran varios premios periodísticos y dos obras; un poemario y una novela. Un ejemplo para las personas con discapacidad visual que limitan su vida. Nuria, siempre mantuvo su afán; ese que le ha permitido ver lo que es necesario para continuar. Actualmente, escribe para ElDiario.es y tiene un canal en You Tube.
Prensa Social: Cuénteme quién es y a qué se dedica.
Nuria del Saz: (Sonrisa) Me sonrío porque cuanto más mayor me hago, más me lo pregunto… porque soy muchas cosas y la respuesta varía según el contexto. Periodista, poeta, hija, hermana, amiga, esposa, madre… De lo más público a lo más personal. Sobre todo, considero que soy una persona, como tantos millones, que cada día se levanta para afrontar la aventura de vivir, con sus luces y sus puñeteras sombras. Así es como lo siento. Gran parte de mi energía la dedico a ser madre y otra buena parte a escribir… ya sea textos periodísticos o literarios. He iniciado un programa en YouTube, «La vida con alma» donde realizamos entrevistas a personas que tienen mucho que aportar.
P.S.: ¿Es la discapacidad un impedimento en una sociedad tan competitiva?
N.S.: Todo lo que te haga distinto, singular, funcionalmente diferente lo es. La sociedad competitiva pide normalización, uniformidad, pero resulta que el ser humano nace con singularidades muy diversas… La discapacidad te lastra o limita en la medida en que la sociedad no esté dispuesta a que encajes en ella. La discapacidad es un sustantivo abstracto, que aplicamos a muy diversas formas de estar en la vida y cada discapacidad conlleva unos obstáculos que superar. Muchos de nosotros tenemos bastante claro cómo nuestra vida mejoraría si las cosas se hicieran pensando más en esa diversidad que realmente conformamos. Lo vemos a diario en la escuela en cuanto un niño se sale de la norma… A lo mejor el enfoque es erróneo y tendríamos que ir borrando el concepto de lo normativo.
P.S.: ¿Por qué no se ha educado a la sociedad para que comprenda que todos llegaremos a tener una discapacidad alguna vez?
N.S.: No lo sé… Pero es algo que salta a la vista, a poco que uno observe a su alrededor con conciencia… Las dificultades que afrontan cada día las personas mayores es algo evidente y que se ignora. Tanto que se habla de la empatía, que tratamos de enseñarle eso a los niños, pero creo que la tarea se usa para elaborar actividades que quedan fenomenal de cara a la galería, y está bien que se haga en las escuelas, pero si no es algo que esté en el día a día de las familias, en los ejemplos dentro de casa, que es donde se aprende de verdad… es como predicar en el desierto.
P.S.: ¿Ha sido complicado llegar hasta aquí?
Lo cierto es que las primeras tres décadas de mi vida han sido vertiginosas… felices, satisfactorias, con los altibajos propios de la vida. Por suerte soy una persona enérgica y he tirado para adelante con esfuerzo, tesón y te diría que no ha sido difícil.
P.S.: ¿Qué es lo que más duele?
N.S.: La incomprensión, supongo. No hablo solo por experiencia personal, es lo que observo que le duele más a la gente que me rodea cuando la he visto mal. La falta de empatía. Pero ya sabes, es algo que se cura en cuanto les ocurra a ellos (sonrisa) o eso quiero creer.
La famosa inclusión refleja que las personas aceptan a las demás pero lo cierto es que en el día a día, si tienes discapacidad visual, todo es mucho más complicado…
La palabra inclusión es la que más se usa ahora, pero a mí no me gusta justamente porque conlleva la aceptación del otro… El enfoque para mí no es ese, porque yo ya estoy incluida; en todo caso, serán los otros los que me discriminen. Prefiero el término «integración», que suena al pasado, y por eso quizás no se usa tanto. En la integración hay dos partes que tienen que ser sujetos activos. Es bidireccional, como la comunicación, tiene que haber dos para que se dé.
P.S.: ¿Qué le diría a una persona joven que tiene una discapacidad visual sobrevenida?
N.S.: Ufff… no sé si tengo un consejo útil… La angustia y el mal rato no se lo va a quitar nadie, pero en la vida no nos queda otra que jugar con las cartas que nos reparten. La vida sigue y podrán seguir haciendo y disfrutando de muchas cosas, de otra forma, pero podrán.
P.S.: ¿Realmente qué considera que se ha perdido?
N.S.: Aprender los bailes de tik tok… Lo de bailar me lleva a maltraer. Creo que ahora la gente baila bastante histriónicamente. Nos perdemos eso. Y la mirada con doble intención también y los que se escaquean de saludarnos por la calle porque como no vemos. Pero te cuento un secreto, Ana, siempre hay alguien que ve y te lo chiva (risas).
P.S.: ¿Qué se pierde la gente que ve todo pero no ve nada? (En este egoísmo y hedonismo desorbitado en donde nos encontramos…)
N.S.: No sé si verdaderamente se pierden algo. Mi impresión es que algunos se pierden un disfrute íntimo y tan genuino que ni se imaginan. Pero creo que eso no tiene nada que ver con la vista, sino con una actitud ante la vida.
P.S.: ¿Qué le pediría a la ministra de Derechos Sociales?
N.S.: Igual no es su competencia, pero que le dé un empujoncito al cambio de la palabra «disminuido» de la Constitución, por «personas con discapacidad», que el Congreso nunca encuentra el momento de hacerlo, pese a que lo anunciaron.
P.S.: ¿Saben los políticos las dificultades que tienen para deambular por la calle, por ejemplo?
N.S.: Ni se lo imaginan… Sería muy práctico organizarles jornadas de concienciación; lo típico de ponerles un antifaz y enseñarles alguna técnica de orientación y movilidad para que vean lo estresante que puede llegar a ser.
P.S.: ¿Qué le falta a España en materia de accesibilidad?
N.S.: Que se cumplan las leyes en vigor, las normativas que la propician. Ninguna administración ni agencia pública debería permitirse la falta de accesibilidad, ni física ni tecnológica. Los concursos públicos de cualquier índole no deberían aprobarse ni concederse sin la accesibilidad garantizada.
P.S.: ¿Por qué razón todo lo que tiene que ver con lo social tarda tanto? ¿Por qué es todo tan lento cuando las necesidades son inmediatas?
N.S.: ¿Falta de voluntad? Cuando algo está en la agenda de alguien como prioritario, sencillamente se hace. La pandemia ha sido el escudo perfecto para que todo vaya mucho más lento… Ahora es la culpable de todo.
P.S.: ¿Qué le pide a la vida?
N.S.: Salud, tranquilidad y no perder la curiosidad, la ilusión por hacer. Admiro a las personas mayores que viven con intensidad, con ilusión: por ejemplo, mi madre.
P.S.: ¿Cree que estamos mejor o nosotros los periodistas no denunciamos suficientemente todo lo que tiene que ver con la discriminación de la discapacidad?
N.S.: Mejor., sustancialmente mejor no creo que estemos… Hay situaciones en diferentes ámbitos, laboral, educativo, etcétera que hace treinta años, cuando era más idealista, jamás pensé que seguirían ocurriendo. Un poco tengo la sensación de que vivimos en el día de la marmota, que los cambios se producen muy despacio. Los periodistas siempre estamos ahí para denunciar la discriminación. Quizás las propias personas o familias que tienen discapacidad han tomado un papel más activo gracias a la visibilidad que ofrecen las redes.
P.S.: Una frase para aquellas personas que han dejado de ver.
N.S.: No soy muy de frases, te advierto. Tampoco soy de tópicos así de lo bello es invisible a los ojos… Ver está fenomenal, es lo suyo; vamos, pero si no se puede, pues vamos a centrarnos en lo que sí podemos, y verás…
P.S.: Hábleme de su libro…
En realidad, no había venido a hablar de mi libro… pero ya que me pregunta, pues le hablo. He dicho antes que escribo poesía, y he publicado varios poemarios, pero ahora te hablaré de «A ciegas en Manhattan» que es una novela de tintes autobiográficos en la que relato mi experiencia como estudiante ciega en Nueva York. Creo que, aparte de un relato divertido, en el que hay bastante sentido del humor, cuento cómo es el día a día de una chica ciega que se va a otro país a conocer su cultura y aprender el idioma.
Nuria del Saz se despide de mí sonriendo. En su mirada existe la belleza de lo intangible; acaso la destreza con la que ha nacido: poder escribir y describir cuanto le llega; esa curiosidad de la que no se quiere separar. Cuando la discapacidad visual no solo no es un impedimento, sino que es una superación diaria, hace que personas como ella vean ese lugar al que solo algunos privilegiados están invitados y alcanzan a ver; quizá lo extraordinario de la vida. Total nada.