Cuando una persona sufre un daño cerebral, bien sea un accidente cerebrovascular, una esclerosis múltiple o un paciente con síndrome de Guillain-Barré, por ejemplo, existen evidentes alteraciones tanto a nivel físico, cognitivo, social y/o emocional que, desde la rehabilitación, y en particular, la terapia ocupacional, deben atenderse tan pronto como sea posible. Estas limitaciones suponen un desafío para las diferentes áreas del desempeño ocupacional de la persona, que son las actividades que dan identidad y ocupación a la persona, ya que las realizan de manera diaria y con un significado personal.
Estas ocupaciones a las que me refiero van desde las más básicas como la alimentación, descansar o movilizarse de una superficie a otra, de un espacio a otro, hasta las más superiores como es la participación social y las actividades asociadas a la misma, donde las oportunidades de interacción son diversas, como son la atención y la participación en las conversaciones que se dan con los amigos y la familia, y en el compartir espacios seguros de disfrute con la comida, sin que exista riesgo de atragantamiento. En comunidad realizamos estas y otras tareas, pero más allá de centros de neurorrehabilitación como Neuron, los pacientes tienen que continuar con los ejercicios que damos como pautas para su implementación.
Las personas con enfermedades neurológicas, como Parkinson o Esclerosis Múltiple, nos comparten sus deseos y prioridades para comenzar a trabajar en la rehabilitación, queriendo comenzar por las funcionalidades que son claras del déficit, como son los problemas de movilidad a nivel motor y dificultades a nivel cognitivo.
Desde mi experiencia como terapeuta ocupacional considero la importancia de tener en cuenta el espacio físico y sus oportunidades de empleo y ocio para darle mayor propósito del proceso rehabilitador, pudiendo trabajar todo desde el comienzo de la lesión, si las actividades más básicas las puede realizar de manera autónoma.
La rehabilitación en Neuron se realiza en contextos controlados, con la posibilidad de acercarnos al entorno real, cuando es necesario, pero los espacios del día a día presentan dificultades mayores a considerar. Siempre que sea posible recomendamos mantener estas actividades que aportan una mayor calidad de vida, ya que aparte de ayudar al proceso de rehabilitación, de exponernos a entornos no controlados por la persona, va a ayudar a volver a recuperar ese rol de amigo, pareja, madre o empleado/profesional.
La terapia ocupacional es una disciplina joven pero que en poco tiempo se ha constituido como una profesión que aporta valor, y está integrada en los equipos de atención sanitaria de hospitales donde personas afectadas por un daño cerebral, tipo Ictus, Parkinson, Esclerosis Múltiple o Alzhéimer reinician su vida con la rehabilitación.
Desde Terapia Ocupacional hacemos lo posible para que estas personas puedan disfrutar del cine con amigos, ir a misa, a la biblioteca a coger un libro o quedar en un bar porque son estas actividades el mejor aliciente para generar mayor calidad de vida.