Dictaminada por un Comité Intergubernamental de Salvaguardia, estas diez tradiciones figuran en la famosa lista de la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial.

En diciembre de 2021, la Unesco actualizó su listado de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad para agregarle a su abanico, amplio de por sí, otras nuevas 43 tradiciones, acogiendo a cuatro de ellas de manera urgente, ya que requieren medidas rápidas para salvaguardarlas.

Hablamos de añadiduras que van desde caligrafías árabes y artes de caza, como la cetrería que aún se practica en Austria y España y otros pocos países más, hasta antiguas formas de teatro, producciones de cerámica e incluso fiestas bolivianas y venezolanas. ¿Cuáles son las 10 más sorprendentes y llamativas? ¡Veámoslo a continuación!

Las tradiciones que se inscriben por vez primera en la Lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco

La primera de estas tradiciones que cabría reseñar, por los dos milenios de realización que lleva a la espalda, básicamente, es la confección de los barcos nórdicos de casco trincado, construidos con madera, fijados con delgadas tablas superpuestas en el armazón de la quilla y la roda, y dotados de entre cinco y diez metros de eslora.

Son barcos que han visto nacer, crecer y morir a todo un pueblo, el vikingo; que han presenciado la expansión y conquista de esta población por el mundo, y que actualmente reservan sus dimensiones internas a regatas, festejos folclóricos y ciertos eventos deportivos.

Seguimos abriendo boca en esta lista con la mención a la Joumou o sopa de calabaza de Haití; una receta culinaria tan tradicional como apetecible que se ha acomodado en la enumeración de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco tras un procedimiento de vía rápida, a la vista además de las dificultades actuales que está atravesando el país.

Elaborada con giraumon y una variedad de calabaza, este caldo tradicional mezcla en su cucharón el gustillo de las verduras, el sabor de los plátanos, el toque tierno de la pasta, la consistencia de la carne y el regusto único de las especies.

¿Lo mejor? Que a la Joumou o sopa de calabaza no le falta legado histórico, ni mucho menos, ya que comenzó siendo un plato reservado a los propietarios de esclavos, y que el paso del tiempo se ha encargado de convertir en un símbolo de dignidad y libertad y resistencia, reafirmada con la separación del país y su independencia de Francia.

¿Quién dice que las fabricaciones artesanales deben morder el polvo del olvido?

Otra de las tradiciones culturales que desde hace meses recoge la Unesco es el arte de fabricar norias, lo que en idioma autóctono e iraquí se llama ‘Al-Naoor’. Se trata de una noria hidráulica tradicional que, bajo la apariencia de una rueda de madera que gira en torno a su eje, significa un medio de subsistencia tan válido como otro cualquiera, ya que su construcción e instalación demanda la participación experta de carpinteros, alfareros y artesanos.

Un objeto muy curioso que lleva atadas a su circunferencia exterior tinajas de barro y 24 columnas, formadas por barrotes de madera, unificadas todas ellas mediante cuerdas trenzadas con hojas de palmera; y cuyos conocimientos para construirlos se adquieren en la familia, un talento y arte transmitido también con enseñanza formal escolar, y con la difusión de publicaciones que recogen el tema.

Superviviente centenaria de hasta cinco siglos, nada menos, el teatro danzado Nora, ubicado en la zona sur de Tailandia, guarda en su interior un género dramático que incluye danzas acrobáticas y animadas, cantos improvisados, y melodías musicalizadas por un oboe tradicional y varios címbalos, gongs, tambores y tablillas de madera.

Todo un eco sinfónico que ha traspasado los muros de la Unesco hasta conquistar oídos, admiraciones, y una merecida categorización como Patrimonio Cultural Inmaterial. ¿El toque único de esta tradición? La costumbre de los bailarines de ponerse uñas postizas y metálicas, y de ceñirse al talle y la espalda imitaciones de colas de cisne y alas de pájaros, en una clara simulación de estas aves.

No menos teatralizada se queda el arte oratorio malgache de Madagascar, también conocido como ‘Malagasy Kabary’. ¿En qué consiste, exactamente? En un diálogo entre dos personas, que suele interpretarse en funerales y festividades, ceremonias oficiales y acontecimientos públicos. ¿Su cualidad más llamativa?

El dar un discurso poetizado ante una audiencia numerosa; uno que cumpla con ciertos requisitos, eso sí, desde incorporar a la perorata refranes y máximas, hasta usar figuras retóricas y juegos de palabras… un verdadero espectáculo de oratoria que puede llegar a durar horas.

Porque hay ciertas artes que no deben perderse

¿Sabía que buscar trufas es todo un arte? Según el Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco, y siempre y cuando se haga al estilo italiano, donde se refieren a ella como ‘tartufai’. Y es que encontrar una trufa perdida entre las raíces de un árbol es como dar con una aguja en un pajar… o casi.

Una actividad que demanda paciencia, ante todo, y que exige unos buscadores especiales, personas que tengan perros entrenados y que dominen ciertos conocimientos y prácticas sobre cómo extraer este hongo subterráneo sin dañar en el proceso el terreno ni las raíces de los árboles.

También originario de Italia (aunque se dice que igualmente se originó en el sur de Francia) es el cortejo de flores y frutas de los Países Bajos que hoy en día recibe el nombre de ‘corso’. Llegó a las lindes neerlandesas a finales del siglo XIX, y desde entonces no ha parado de incitar a las personas a disfrazarse, y de hacer desfilar sus características carrozas y sus embarcaciones de hasta 20 metros de longitud, haciendo de las flores, las frutas y las hortalizas, su mejor ornamento decorativo.

Algo más remoto en el tiempo y no menos interesante en el presente, es el espectáculo ecuestre Tbourida, en Marruecos, que lleva practicándose desde el siglo XVI.

Presenciarla es ser testigo de una escenificación de cabalgatas militares, reconstituidas eso sí según las convenciones y rituales ancestrales del antiguo pueblo arábigo-amazighs, y sobresaltarse ante la tropa de jinetes que abren el espectáculo realizando una exhibición de manejo acrobático de sus armas; y todo para resoplar de alivio y admiración después, ante la simulación de una guerra a galope en la que cambian las pistolas y las balas de sangre por fusiles y cartuchos de fogueo.

La práctica didáctica del Torneo de zancos, en la ciudad belga de Namur, es tan llamativa que no es de extrañar que figure en este listín de Patrimonio Cultural Inmaterial. Lleva realizándose desde principios del siglo XV, más o menos, y en ella participan gente de todas las edades, entre los 7 y los 70 años, repartidos en dos equipos que ganan cuando logran hacerle perder el equilibrio, al contrario.

Representativos del enfrentamiento sobre zancos entre dos antiguos pueblos medievales, los Mélans, vecinos de la ciudad vieja, y los Avresses, habitantes de la ciudad nueva y de las aldeas colindantes, los bandos que hoy reviven esta tradición combativa se distinguen por el color de los zancos en el que van montados; amarillo y negro unos, zancos rojiblancos los otros.

Por último, cerramos esta enumeración de sorprendentes ecos legendarios recopilados por la Unesco haciendo mención especial a la construcción artesanal de piraguas, toda una tradición pasada por agua, así como al arte tradicional de la navegación que aún se lleva a cabo en las Islas Carolinas y en la región estonia de Somaa.

Asimismo, lanzamos otro guiño de justo Patrimonio cultural Inmaterial citando al ‘tais’, un tejido tradicional de Timor Oriental; amén de hacer otro tanto honorífico a las expresiones culturales vinculadas al uso del m’bolon, uno de los instrumentos musicales de percusión más tradicionales de Malí.

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