Mientras Sanidad se plantea una cuarta dosis para la población general, la lista de efectos secundarios de dichos sueros covid aumentan, esta vez con la pirexia.

España se prepara para decir adiós al uso obligatorio de las mascarillas en interiores, pero no así a la pirexia, ni a la desaparición de los efectos secundarios de las vacunas contra el coronavirus, cuya campaña de vacunación continúa, pese al cambio de estrategia del Gobierno a la hora de enfrentar y vigilar al Covid-19, arrastrando en su vigencia la aparición de las posibles secuelas que traen consigo las dosis farmacológicas.

¿Qué se entiende por efecto secundario en materia de vacunación?

Dependiendo de las franjas de edad existen sectores más propensos, en definitiva, colectivos vulnerables. No importan los criterios, sino el propósito de inmunización, la meta de las vacunas contra la covid-19 son el lavado de la imagen de tales sueros, la apariencia de una espada con la que la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Agencia Europea de Medicamentos (AEM o EMA, por sus siglas en español e inglés, respectivamente), y los ministerios de Sanidad de los Gobiernos q tratan de repeler la fuerza de una pandemia que lleva más de dos años asestando estocadas al mundo entero.

En el proceso de creación y verificación de todo tipo de vacuna mercantilizada se suele efectuar una vigilancia continua de sus consecuencias y reacciones antes de salir al mercado y también mientras están en uso —con el fin de detectar eventos adversos infrecuentes— y establecer pautas que limiten su aparición.

No obstante, y a pesar de todos los cuidados, el riesgo y posibilidad de que un paciente sufra efectos secundarios en una inyección persiste, latente, y son imposibles de prever al cien por cien, pues cada organismo es un mundo. De esta característica adversa tampoco se libran las inyecciones contra el coronavirus.

De hecho, las cinco vacunas que actualmente se comercializan en Europa son muy diferentes y al mismo tiempo semejantes entre sí. Dos de ellas utilizan la tecnología de ARN mensajero (Comirnaty de Pfizer / BioNTech y Moderna), dos están basadas en el uso de un vector viral (Vaxzevria de AstraZeneca y Janssen de Johnson & Johnson), y solo una está hecha a base de proteínas recombinantes (Novavax, la más reciente).

Pese a sus diferentes composiciones, las cinco comparten un mismo factor común, la exposición de riesgo a los posibles efectos secundarios. Efectos que varían según la edad y la condición y la salud de cada persona, en un desplegable de posibles secuelas que varía en gravedad; siendo leves, algunos, y duraderos, otros.

Son consecuencias que, en cualquier caso, despiertan máxima atención tanto entre los fabricantes, la farmacovigilancia y las agencias reguladoras; pero sobre todo entre aquellos que han sido vacunados o aún no lo han hecho.

Pirexia, el nuevo efecto secundario de los sueros anti-covid

Actualmente, mientras el Consejo de Ministros da luz verde al levantamiento del uso obligatorio de las mascarillas en interiores (con especial excepción del transporte público y los centros de salud), y el Ministerio de Sanidad valora los pros y contra de extender la cuarta dosis de vacuna más allá de las personas inmunocomprometidas (alcanzando a los mayores de 80 años u otros colectivos específicos), ha surgido un nuevo efecto secundario entre las vacunas contra el coronavirus.

La administración de la tercera dosis ha supuesto, no obstante, la aparición de otro efecto adverso de estas inyecciones, según ha alertado el 14º Informe de Farmacovigilancia sobre Vacunas covid-19, el cual ha visto la luz pública recientemente a instancias de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS).

Así, a la lista engrosada por la fiebre, el cansancio, los dolores de cabeza y demás secuelas más comunes de estas inyecciones se suma ahora el malestar general, por un lado, así como la Pirexia y la mielitis transversa y la parestesia, pese a ser éstas dos últimas menos frecuentes.

El documento de Sanidad acusa que la pirexia ha conseguido situarse entre los efectos adversos más comunes de este completo conteo de dosis. ¿Pero en qué consiste, exactamente? Con la definición médica en la mano, puede resumirse a la pirexia como una temperatura corporal igual o superior a 38,5ºC que además se prolonga entre 3 y 9 días. Se trata de un estado febril que se repite a raíz de la tercera dosis de vacunas contra el coronavirus.

En cuanto a las otras dos, la mielitis transversa y la parestesia, Sanidad describe en su informe que la primera consiste en una inflamación de ambos lados de una sección de la médula espinal, en la manifestación de un trastorno neurológico que daña el material aislante de la mielina, precisamente las fibras que cubren las células nerviosas.

La parestesia, por su parte, es un fenómeno muy común que se percibe en la sensación de hormigueo, entumecimiento o picazón tras permanecer un rato en una mala postura, siendo que La parte perjudicada puede no responder al intentar moverla, perdiendo además en el proceso la sensibilidad al tacto.

Pero la parestesia vinculada a la vacuna de Moderna aparece al poco rato de la inyección, en forma de dolor, primero, como mialgia, después, y como entumecimiento, finalmente, afectando directamente en su expansión a las extremidades, sobre todo al brazo pinchado por la vacuna.

¿Y cuál es la incidencia de pirexia en España?

Según detalla el informe, en España se han administrado 99.455.472 dosis de vacunas contra el coronavirus, inyectados a un total de 40.988.827 personas y contabilizados desde el inicio de la campaña de vacunación (a finales del 2020) hasta el pasado 6 de marzo.

En un estudio analítico publicado por Sanidad, el 20 por ciento de los aquejados de algún efecto secundario en España, tras ser vacunado por tercera vez con el suero de Pfizer, han acabado padeciendo pirexia; una cifra que, entre los reforzados con Spikevax o Moderna, ha ascendido al 34 por ciento, es decir, a 258 personas.

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