Salomé Martín *para Prensa Social.
El lenguaje es importante, por eso no me gusta el nombre de Comité de Ética Asistencial (CEAS): me recuerda a la beneficencia, los asilos, que quedan ya muy lejos de la realidad actual; por eso prefiero denominarlos comités de ética sociosanitarios (CES), cuyo objetivo es formar y asesorar sobre los problemas bioéticos que aparecen en el entorno de residencias para personas dependientes y alrededor de los cuidados para personas en situación de vulnerabilidad por edad, por situación de discapacidad o por su entorno social.
Hace más de seis años tuvimos la oportunidad de formar un grupo promotor con el objetivo final de formar un comité de ética dedicado a estos recursos sociosanitarios. Había algunas iniciativas en el sector, de alguna empresa, de servicios sociales de ayuntamientos y del sector religioso, aunque en realidad no demasiadas, sumadas todas, eran cinco o seis en toda España.
En este momento ya hemos avanzado y hay algunos CES con el funcionamiento más o menos reglado, según la comunidad autónoma, un poco en el limbo y la mayoría de las veces con escaso apoyo. Lo cierto es que no están generalizados y la tendencia es a equipararnos con los Comités de ética de los hospitales en cuanto a composición y estatutos, sin tener en cuenta las peculiaridades del sector y sus necesidades.
Por eso me gustaría hacer una reflexión sobre algunos aspectos, como sus objetivos, composición, etcétera, con el fin de dotarlos de su espacio y concienciar de su utilidad y de su necesidad.
En los recursos sociosanitarios trabajamos cuidando, apoyando, posibilitando, empoderando, acompañando en el proceso vital hasta que este acaba. A lo largo de todo ese proceso, aparecen conflictos de valores continuamente: la intimidad, el derecho a la información, la autonomía, los cuidados al final de la vida, el trato adecuado, etcétera por poner ejemplos sencillos —además nos afectan muchos cambios legislativos— a los que es preciso adaptarse.
Es un sector vocacional con riesgo de sobreimplicación o de fatiga por compasión, donde el personal sanitario no es el único y en el que hay multidisciplinariedad y dificultad para contar con personal especializado en derecho, por ello la composición de los Comités podría ser más flexible, con muchos más perfiles profesionales participantes como sociólogos, terapeutas, educadores sociales, enfermeros, animadores socioculturales, auxiliares o gerocultores, por enumerar algunos de ellos. Pocas veces la posibilidad de muerte de la persona es uno de los resultados posibles, con mayor frecuencia es su bienestar, su felicidad, su calidad de vida, y otros temas igualmente importantes.
Una ventaja de los CES es que podemos conocer el resultado de nuestra asesoría a largo plazo y no solo en el momento, ya que la mayoría de las personas a las que apoyamos, están un periodo de tiempo prolongado con nosotros, eso es gratificante, ya que nos permite recibir como se sienten todos los implicados.
Los problemas que nos han remitido los profesionales son en líneas generales sobre sospecha de trato inadecuado, idoneidad o no del tutor (ahora figura prácticamente desaparecida por el cambio legislativo), dudas respecto a adecuación de los cuidados, sobreimplicaciones del profesional, uso de contenciones físicas, etcétera, en estos años hemos recibido más de 40 casos, por lo que aparentemente no compartimos el mismo problema de falta de petición de apoyo por parte de los profesionales que históricamente es una de las dificultades en el caso de comités hospitalarios. Puede ser que con el tiempo realmente lleguemos a esa situación, tratamos de evitarla con mucha información, respuestas rápidas, apoyo telefónico casi inmediato, charlas divulgativas, cursos formativos, entre otros.
Quizá un aspecto a destacar es que en los casos de profesionales que no cuentan con un equipo multidisciplinar para realizar su trabajo —como ocurre con el servicio de ayuda a domicilio— es más infrecuente la detección de los problemas, por lo que el objetivo del Comité es hacer foco en estos perfiles, en su mayoría trabajadores sociales, para generar un espacio de deliberación específico.
Claramente en estos seis años de andadura nuestra labor ha sido útil. Hemos acompañado a muchos equipos y profesionales y hemos avanzado en nuestra forma de ver los problemas, aceptar otras opiniones y escuchar otros puntos de vista. Participar en un CES es gratificante; a veces, duro —cuando el problema es complicado y doloroso—; aun así, animo a los profesionales del sector sociosanitario a participar u organizar comités y espacios de deliberación, a formarse en ética y descubrir que hay un otro que nos pide que contestemos a esta pregunta
¿Podríamos hacer las cosas mejor?
*Salomé Martín preside el Comité de Ética Asistencial de EULEN Sociosanitarios.