Presente en los cereales, los frutos secos, las hortalizas y las verduras, la vitamina E es muy útil y una gran fuente de beneficios para el organismo humano.
Después de hablar de los peligros de la sal, los alimentos bajos en sodio, y de traerles diversos trucos para adelgazar, toca ahora hablar de los beneficios que supone contar con una buena salud alimenticia y nutricional, adquirida día a día en función de lo que uno ingiere.
¿Qué es la vitamina E?
Las personas necesitan diferentes vitaminas para que su organismo rinda y funcione correctamente, apoyos nutricionales como las proteínas y las vitaminas. Son muchas las variantes que se apilan en este último grupo, como la vitamina A, B, D o K, cada una encargada de respaldar al organismo en diferentes formas y sectores.
Almacenada en el tejido graso y en el hígado, siendo ciertos alimentos la fuente más natural de adquirirlos, la vitamina E es un nutriente tan importante que resulta determinante para ciertas partes del cuerpo, como el cerebro y la piel, e igual de relevante para la salud visual, reproductiva y de la sangre. En palabras de los expertos de SEDCA, la Sociedad Española de Ciencias de la Alimentación:
«La vitamina E o tocoferol es una vitamina liposoluble considerada la vitamina antioxidante por excelencia, ya que previene frente a la oxidación lipídica y protege frente a los radicales libres y el daño oxidativo».
Cabe matizar, asimismo, que a la vitamina E la engloban dos compuestos moleculares, los tocoferoles y los tocotrienoles. Para la fundación Española del Corazón, los alimentos ricos en vitamina E acumulan una mayor concentración del primer compuesto, superior incluso a la de los tocotrienoles.
Según explican estos expertos, son las características químicas de la vitamina E las que confieren a estos compuestos el poder antioxidante que rebosa en sí este nutriente, adquiridos tanto al donar átomos de oxígeno, por ejemplo, como al neutralizar los radicales libres y las especies reactivas.
Por lo que destacan los especialistas, el papel de la vitamina E es muy esencial para la salud digestiva, ya que tiene todo que influir en el bloqueo del llamado mal colesterol, es decir, la oxidación del colesterol LDL, y muchísimo que influenciar en la preservación de la arquitectura y función de la membrana celular.
«Este, una vez oxidado, provoca un rápido desarrollo del proceso ateroesclerótico conducente a la formación intravascular de placas de ateroma, que son las unidades estructurales clave de la arterioesclerosis oclusiva, favoreciendo con ello el infarto de miocardio, el ictus y la insuficiencia vascular de miembros inferiores».
Así pues, ¿para qué sirve realmente la vitamina E?
Tal y como explican los especialistas en salud digestiva de SEDCA, entre las principales funciones de la vitamina E destaca la prevención de enfermedades cardiovasculares, combatir a los agentes externos oxidantes, y regular el sistema inmunológico, robusteciéndolo para luchar frente a virus y bacterias. Tal y como subrayan desde la Fundación antes citada, la vitamina E también:
«Puede ser útil para prevenir situaciones que se relacionan con la destrucción de radicales libres, como el envejecimiento, efectos de toxinas ambientales o el desencadenamiento de algunas formas de cáncer».
La vitamina E hace de nexo entre las células, influyendo directamente en su interacción, sin olvidar que empuja al cuerpo a utilizar la vitamina K. Se trata de una sustancia nutritiva que ayuda a formar glóbulos rojos y además ensancha los vasos sanguíneos, evitando así que la sangre se coagule dentro de ellos.
Otra ventaja de este nutriente es que se mantiene insoluble en el agua; dicho de otra manera, que conserva sus beneficios nutricionales aun cuando se cocinen sus alimentos.
Y dado que «contribuye sobre todo a prevenir la oxidación de los ácidos grasos poliinsaturados, se recomienda que se consuman ambos nutrientes de forma equilibrada», en palabras de SEDCA.
Por otra parte, es preciso aclarar que consumir vitamina E en exceso no tiene efectos secundarios ni riesgosos ni dañinos. Pese a lo cual los profesionales advierten que las altas dosis de suplementos de vitamina E, como pueden ser los suplementos de alfa-tocoferol, mismamente, sí podrían aumentar el riesgo de acabar sufriendo un accidente cerebrovascular o una hemorragia cerebral.
De igual forma, los altos niveles de vitamina E también pueden incrementar el riesgo de defectos congénitos, aunque son pocas las investigaciones científicas que han revelado específicamente esta desventaja de la vitamina e. Lo que sí ha quedado más claro, empero, es que ingerir muy poca vitamina e conduce ineludiblemente a una anemia hemolítica.
¿Cuáles son los alimentos que contienen vitamina E?
No todos los alimentos tienen vitamina E, eso es un hecho, y no todas las personas exigen consumir regularmente la misma cantidad. Según concretan en la Fundación Española del Corazón, cada grupo de edad demanda cierta cantidad de vitamina E al día, siempre en función de su condición y madurez física.
Los niños de 1 a 8 años requieren entre 6 y 7 miligramos al día, por ejemplo, o así lo señalan en esta enciclopedia médica, mientras que a los jóvenes de 9 a 13 se les recomienda 11 miligramos.
En cambio, las mujeres adolescentes y adultas necesitan de 15 miligramos de vitamina E diarios, igual que las embarazadas; los adolescentes y adultos varones, por su parte, precisan de unos 19 miligramos, generalmente, algo que también les sucede a las mujeres lactantes.
Existen ciertos alimentos que son una auténtica fuente digerible de vitamina E, desde las margarinas y los productos para untar enriquecidos, los turrones y mazapanes, hasta el zumo de frutas y los cereales; pasando por esos pescados conservados en aceite, tales como el atún, la caballa o el bonito.
Asimismo, frutos secos como las almendras y avellanas y nueces, y los pistachos, cacahuetes, el maní y el maíz dulce representan otro chute de vitamina E natural para la salud digestiva, y lo mismo simbolizan las verduras y las hortalizas de hoja verde de la talla de las espinacas, los guisantes, el brócoli, la col y las zanahorias crudas.
La fundación matiza, eso sí, que, si bien los aceites de oliva, girasol, algodón, cártamo, soya y vegetales de germen de trigo son otra gran fuente de vitamina e, estos no deben consumirse en estado de refinado, si es posible elegir, sino más bien en formato virgen, ya que en esta última versión benefician aún más a la salud.