¿Es un caldo bien cargado? ¿O acaso una ensalada de carne? La sopa de peso al más puro estilo de Aroche le saciará, tanto en su receta como en el paladar.
Ojos cerrados, boca abierta, y expectación máxima en el paladar. La oportunidad de probar este patrimonio culinario está al alcance de una receta, tan fácil en su elaboración como adictiva en su degustación.
¿Qué es la sopa de peso?
Esta es, sin duda, la pregunta más recurrente que rodea a este plato exquisito. ¿Es una ensalada de carnes? No, porque lleva tanto caldo o más que unas lentejas. ¿Es el gazpacho de los vientos gélidos y el invierno? No, porque es tan sólido como el más tierno de los bocados.
Bandera sobre todo de la cocina andaluza, hablamos de un plato que ha hecho votos de autenticidad en la localidad de Aroche, provincia de Huelva, de la comunidad autónoma de Andalucía, al menos desde que se empezó a despedir el fin de la temporada del ganado, así como la época de la venta de animales, pasando a fuego todo lo que no se había conseguido vender.
Probar este caldo es permitirle a las papilas gustativas que se deleiten con el tomate, la cebolla, el pimiento y los huevos, principalmente, y más cuando estos se hacen aguas en el paladar, junto con trozos de cerdo o pollo o pavo, incluso codorniz… o de cualquier otro tipo, en realidad.
Hasta su modo de elaboración es curioso, ya que se cocina entre capas de pan. ¿Cómo, exactamente? Poniendo una capa de pan rebañado que luego se intercalará con otra tanda de pan acompañado de huevo duro y perejil.
Sin secretos ni dificultades ni ingredientes imposibles de encontrar, la sopa de peso es un plato para chuparse los dedos, casi seguro, ya que fusiona en cada uno de sus bocados pan (y salud culinaria), carne (y salud culinaria), haciendo un guiso con todo ello, para finalmente cocer, remover y… ¡voila!
Ni empalaga ni repite, y esa es una de las ventajas de la sopa de peso. Tanto es así que quien lo prueba corre a por más, conquistado por su sabor, pero también recompensado con una receta compacta y con mucho valor calórico por el cuerpo. Y es que la sopa de peso sabe a antaño y a matanzas de la vieja escuela, a la fusión de las piezas de carne con cebolla y verduras; toda una gastronomía de enero a abril con su propia ruta por el paladar.
¿Cómo se prepara?
Para hacerse con este plato estrella de Huelva solo hace falta tener pavo y pan, huevos y vino blanco, cebolla y ajo, granos de clavo y granos de pimienta negra, aceite, laurel y hierbabuena.
La sopa de peso se elabora sofriendo al mismo tiempo aceite, ajo y cebolla y laurel, mezcla a la que luego se añade la carne y se rocía con el vino blanco. Asimismo, es preciso machacar los granos de clavo y pimienta negra en un mortero, agregándole agua y sazonándolo después con perejil, que luego se arroja finalmente sobre la carne, aún en el fuego, para que también coja su sabor; tras lo cual solo se debe tapar y dejar cocer.
Por otra parte, y una vez la carne esté cocida, se debe rebanar el pan en rodajas finas dentro de una cazuela de barro (ya que potencia su sabor), momento en el que se echa por encima el caldo de la carne hervida, por un lado, y se esparce la mezcla de hierbabuena con huevo cocido picado, preparado paralelamente, por otra parte, untándolo por último sobre el pan, tras lo cual se pone la cazuela a fuego lento durante unos cinco minutos, aproximadamente, hasta que el pan se cueza un poco.
Cabe recalcar, por último, que la sopa de peso está considerada una comida nutritiva y calórica, se sirve caliente en las cazuelas de barro; y al más estilo cocido, su carne se deja en segundo lugar, constituyendo otro plato extra, el segundo, cocinándolo generalmente para una gran cantidad de gente. El nombre peculiar de esta sopa responde básicamente a la costumbre de prepararse durante los pesos de los cochinos, cuando los hombres levantan el animal a pulso, lo ‘jondean’ hasta la romana, en un modo tradicional y poco moderno de pesar sin báscula a los cerdos.