Luis Luque traspasa los muros y se adentra en las habitaciones de la casa de Bernarda Alba y, transido de García Lorca, vuelve con la piel de Poncia, la criada de Bernarda, y se la entrega a Lolita Flores para que la haga suya y la vuelva segunda piel.

Y Lolita se vuelve Poncia, y Poncia se sabe Lolita y reclama para sí el silencio que necesita para entonar una oración fúnebre sobre las cenizas de la Casa de Alba, una oración por el tiempo pasado, por el tiempo perdido, por el tiempo irrecuperable.

Una oración por el ayer y el entonces. Una oración, quizás, por el hoy y el ahora.

Y Poncia que es Lolita, Y Lolita que se sabe Poncia  llora lágrimas como piedras negras, lágrimas secas y huecas mientras enciende de rabia y compasión su plegaria.

Lolita es Poncia, Poncia es Lolita, es sabia e irónica porque ha vivido mucho, porque ha vivido tanto y  reza, tal vrez esperanzada, por el perdón de las mujeres de Alba; condenadas en vida, condenadas entre cuatro muros.

Lolita es Poncia, Poncia es Lolita, elástica como una gata, saca las garras para blandir verdades donde reconocerse, para escupir dolor donde mirarse, para supurar grito y serenidad y anhelo.

Y Lolita que es Poncia y Poncia que es Lolita, renace bailándose entre sábanas blancas, bañándose  desnuda en la orilla, mientras escucha en la lejania, por fín, los cascos que delatan el galope vehemente de un caballo. 

Teatro Español (Madrid) hasta el 3 de diciembre. De martes a domingo a las 19 horas.

Texto y dirección: Luis Luque (A partir de La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca)

Con Lolita Flores

Diseño de espacio escénico: Monica Boromello

Diseño de iluminación: Paco Ariza

Diseño de vestuario: Almudena Rodríguez

Música original: Luis Miguel Cobo

Residente de ayudantía de dirección: Teatro Español Mariana Kmaid Levy

Una coproducción de Pentación y Teatro Español

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