El escenario en es un andén abarrotado de maletas para contener, tal vez, equipajes necesarios; de cajas para embalar, tal vez, recuerdos excesivos e iluminado con una farola, que, tal vez, ofrece la luz exacta y suficiente. 

María Villarroya —embalada e intensa, apasionada y entregada, volcánica y sincera— lo recorre a zancadas unas veces y a pasos de baile otras, mientras rescata, entre la sonrisa y la melancolía, vivencias que recrea con satisfacción y rememora con tristeza, pasando revista a su vida.

Y la Vilarroya canta y se canta, canta y nos canta, mientras revive —catártica y emotiva— su pasado y su presente que giran, como un pivote o un trompo, en torno a la figura de su padre ausente a quien convoca diciendo una y otra vez su nombre.

Miguel Rellán y Nicolás Pérez Costa han encauzado toda la energía de María Villarroya para catapultar toda su expresividad y honradez que toma forma en cada sílaba y cada acorde, en casa pausa y cada mirada, en cada guiño y en cada silencio, en cada latido y en cada parpadeo.

Y es Daniel Villarroya quien , tras su teclado, escolta y ampara a su padre, con una red de notas que le permiten saltar sin red, amparada y protegida, para ser tan cálida y descarnada como solo puede y debe ser quien se arranca la piel, para recuperar la vida y emprender el camino, el camino de ida; solo ida.

Teatros Luchana (Madrid), domingos a las 20:30 horas

Ficha artística

Autoría: María Villarroya

Dirección: Daniel Villarroya, Miguel Rellán, Nicolás Pérez Costa

Interpretación: Daniel Villarroya, María Villarroya

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