Bajo sábanas como mortajas se adivinan muebles y lámparas, sillas y mesas que no son más que restos o rastros de una vida.
Helena de Llanos, custodia y heredera del legado de Fernando Fernán Gómez y Emma Cohen, sus abuelos aunque no compartan apellido y solo media sangre, y, tras cada tela que descorre surge un recuerdo, un foto, un trazo, un sonido.
Como una Sra. Danvers acribillada de cariño y nostalgia, Helena de Llanos hace rifas con su memoria, juega con las imágenes que encuentra sueltas y apostilla cada paso que dieron juntos Cohen y Fernán Gómez.
Como una médium afable y complaciente Helena de Llanos invoca la voz de Fernán Gómez suena gutural y firme, como macerada en coñac y la de Cohen, que suena serena y dulce, como cocida en menta.
Mientras mira a cada espectador y espectadora, de Llanos, inquieta y complaciente, no deja de rastrillear el tiempo amarillo, separando la anécdota del chascarrillo, lo más valioso de lo menos, lo más digno de lo más sincero y todo, todo, mientras no deja de pasear, tan nietísima, por la memoria, sin lamentos y sin suspiros, con la misma elegancia y determinación de quien se pone sus mejores galas para dar un paseo por la Puerta del Sol.
Teatro del Barrio (Madrid): hasta el 20 de noviembre a las 19.30 horas. Domingos a las 18 horas
Reparto: Helena de Llanos
Creación: Helena de Llanos en colaboración con José Gonçalo Pais y Adrián Viador
Diseño de iluminación: César Barló
Vestuario: Irene Amor
Música: Pau Roca