Javier Sánchez Caro* para Prensa Social
1.- Referencia al humanismo clásico y al humanismo actual
El transhumanismo es, como después veremos más detenidamente, un movimiento filosófico motivado, fundamentalmente, por los avances recientes en biotecnologías (ADN) y computación (ordenador), pero sus raíces son más antiguas, pudiéndose señalar, a este respecto, el humanismo clásico en sus dos vertientes de humanismo renacentista y humanismo ilustrado, que desembocan en la idea de una determinada valoración del individuo.
El humanismo renacentista generó una corriente intelectual fundada en el estudio de las humanidades griegas y latinas (siglos XV y XVI), que cambió el objetivo del interés filosófico: ya no sería la reflexión centrada en la idea de Dios, sino en el ser humano y sus preocupaciones terrenales, el conocimiento del hombre, de las ciencias y de las artes.
La ilustración (siglos XVII y XVIII) refuerza las ideas renacentistas con motivo del avance de las ciencias y de los descubrimientos científicos. Se establece así una confianza en la razón teórica para comprender y dominar la naturaleza y en el progreso como eje de la vida social, relegando al ámbito privado la religión, combatiendo los prejuicios y defendiendo la dignidad e igualdad de todos los seres humanos.
Hay una diferencia clara entre el humanismo descrito y el transhumanismo, pues este último aporta nuevos medios para lograr el progreso y obtener mejoras en la condición humana desde los puntos de vista físico, psíquico, social y moral: la tecnología pasa a ser la principal herramienta de progreso de la humanidad, configurando así un nuevo modelo de educación. Añádase a lo dicho su rapidez de expansión y la aceleración de las innovaciones
La corriente humanista actual, de carácter filosófico, se basa, en consecuencia, en colocar a la persona, al ser humano, en el centro de los valores, considerándolo el valor supremo, debido a su dignidad, y ha generado varias corrientes.
Como recogen la generalidad de los autores, no es fácil determinar los requisitos o características que se deben tener para considerar que existe la dignidad: criterios religiosos (el hombre creado por Dios a su imagen y semejanza); propiedades biológicas (la pertenencia a la especie humana); psicológicas (responsabilidad, capacidad de decidir) y racionalidad, entre otras.
Se trata, en suma, de encontrar un criterio que atribuya a la dignidad un valor universal, para lo cual se pueden encontrar argumentos válidos en la filosofía de KANT, en concreto, en la segunda formulación del imperativo categórico, que nos impone obrar de modo que nunca nos tratemos a nosotros mismos ni a los demás como simples medios, sino siempre al mismo tiempo como fines (imperativo de los fines).
Como es conocido, el imperativo categórico Kantiano tiene varias formulaciones, aunque todas expresan la misma ley moral: universalidad, que ordena obrar de modo que quisiéramos ver convertidas en leyes universales las máximas de nuestra conducta; finalidad, ya vista, y autonomía, que afirma que la voluntad solo está sometida a las leyes de las que ella misma es autora.
En resumen, igualdad, dignidad y libertad como autonomía. En su sentido más profundo y abstracto, la dignidad puede considerarse el valor supremo, en cuanto abarca los demás valores (manifestaciones, como ya se dijo, de la misma ley moral) pero en un sentido más concreto se traduce en derechos fundamentales que pueden ser ponderados los unos con los otros.
Resulta, además, claro, que la dignidad es un concepto normativo, de manera que puede servir para justificar los derechos humanos, una aportación fundamental para la humanidad que se debe al importante filósofo antes mencionado.
2.- Transhumanismo
El transhumanismo es un movimiento filosófico de carácter humanista y futurista, iniciado a fines del siglo XX, que reflexiona sobre el impacto que ciertas tecnologías tienen y tendrán sobre el futuro de la especie humana en su conjunto y sobre cada una de las personas en particular.
Como ya se dijo anteriormente, las nuevas tecnologías se refieren, fundamentalmente, a las biotecnologías y a las tecnologías de la información y de la comunicación y son utilizadas para el mejoramiento humano: la informática, la cibernética, la inteligencia artificial y las biotecnologías, que abarcan la ingeniería genética (manipulación de genes), la farmacopea (de menor importancia en la actualidad) y la implantación de prótesis ( por ejemplo, manos o brazos biónicos, que permiten correr o saltar más que otros seres humanos)
No se trata tanto de curar, como de mejorar la especie. Por ejemplo, la miopía se puede curar con una operación y devolver la visión a la normalidad. En tal caso no se mejora la visión de una persona sin miopía, puesto que se ve correctamente del mismo modo que antes se veía. La mejora consiste en implantar un microchip, si es posible, y tener una visión superior a la de cualquier otro humano, de manera que se ve más lejos, con percepción de las cosas más pequeñas, etc. La palabra clave es, pues, la palabra “mejora”.
El término transhumanismo abarca diferentes significados: la transformación del ser humano mediante tecnologías directamente dirigidas al cuerpo y a la mente humanos; el traspaso de los límites actuales del ser humano y el posicionamiento de los seres humanos en el centro de las preocupaciones y esfuerzos (humanismo).
La aspiración a ser mejores biológicamente puede ser contemplada, por tanto, desde dos ángulos diferentes: social y personal.
Desde el punto de vista social podría afectar a aspectos esenciales de nuestra vida. Por ejemplo, si la mejora se debe a las intervenciones biológicas ¿qué sentido tienen las pruebas deportivas, educativas o de adjudicación de puestos profesionales que pretenden medir el mérito? ¿Las intervenciones serán accesibles para todos? ¿Si el comportamiento violento puede ser regulado por un fármaco, es preferible usar este método con preferencia al encarcelamiento?
Desde el punto de vista individual supone abandonar muchas de nuestras limitaciones (debilidades, errores, vicios). La búsqueda del Homo Excélsior, que podría convertirnos en una especie posthumana.
Ante la explosión acelerada de las nuevas tecnologías han surgido, como siempre, dos posiciones contradictorias: los optimistas, que entienden que su efecto, en conjunto, es beneficioso para el progreso humano, y los pesimistas, que, por el contrario, entienden que sus efectos son perjudiciales, en cuanto a la larga, causarán daño a las personas y hará a las sociedades más desiguales, injustas e infelices. Quizá, se deba adoptar una posición prudente: las nuevas tecnologías tienen el potencial de beneficiarnos, pero ello depende de los fines para las que se empleen, de cómo se apliquen y de quienes tienen acceso a ellas.
En lo que todo el mundo está de acuerdo es en su inevitabilidad, debido a las motivaciones de los consumidores, empresas y gobiernos, por lo que se trata de reflexionar libre y abiertamente sobre dicho avance.
2.1- ¿Qué se entiende por mejora humana? Por mejora humana ha de entenderse, por tanto, aquellas técnicas que, por medio de una intervención directa en la biología del ser humano, consiguen que este incremente su funcionalidad, lo que se conoce como Biomejora (SAVULESCU, “Mejora humana: caracterización y debates”, 2019)
Las intervenciones biológicas en el rendimiento humano incluyen fármacos, modificaciones genéticas, intervenciones quirúrgicas, estimulaciones eléctricas o magnéticas, inserciones de chips o interfaces etc. Prácticamente, todos los aspectos del rendimiento humano pueden ser mejorados.
Se distinguen varios tipos de mejora:
- Cognitivas. – Muchos aspectos de la cognición pueden ser mejorados. Por ejemplo, la somnolencia (con cafeína y estimulantes en general), la reducción del estrés (con betabloqueantes), la atención y la memoria.
- Física. – La testosterona y la hormona del crecimiento pueden aumentar la fuerza. La hormona eritropoyetina incrementa la concentración de glóbulos rojos en sangre y mejora la resistencia.
- Mejora del estado de ánimo. – El estado de ánimo puede ser alterado con drogas recreativas, antidepresivos y, por supuesto, con alcohol.
- Deseo amoroso. – La testosterona y la flibanserina pueden aumentar el deseo sexual. La oxitocina puede hacer que las personas se sientan más unidas a los demás.
Son múltiples las aplicaciones concretas: prevención o curación de enfermedades, superación de discapacidades físicas, prolongación de la vida (¿inmortalidad?), mejora de las capacidades físicas o mentales, aumento del bienestar material o personal (alimentos, por ejemplo), mejora de nuestras disposiciones morales (empatía, altruismo, agresividad, egoismo), reducción de trabajos peligrosos o repetitivos, facilitar la comunicación, etc.)
Se pueden destacar algunos aspectos concretos: la longevidad, hasta la inmortalidad; el aumento de la inteligencia y el aumento del bienestar.
En lo que hace referencia a la longevidad, hay que tener en cuenta el aumento de la esperanza de vida: a principios del siglo XX la edad media en Europa era de 40 años. Ahora alcanza a los 83 (no se acepta un límite biológico). Se apoya en la cibernética y en la ingeniería genética para plantear la inmortalidad. En el primer caso se parte del hecho de que la información de una persona está en el cerebro dónde se producen reacciones electroquímicas. Bastaría descargar el contenido del cerebro en la nube informática, de manera que cuando la persona hubiera muerto su cerebro, sin embargo, estaría en el ordenador, a manera de un clon (yo mismo) o en el metaverso, con lo que habría una contraposición entre el universo físico (inexistente) y el universo informático (existente). Sin embargo, lo expuesto hay que considerarlo por ahora ciencia ficción, a diferencia de los avances en ingeniería genética.
En este último caso, se recuerda las propiedades que tienen las medusas: nacen, crecen y, después, a partir de un momento determinado, vuelven hacia atrás, desarrollándose de nuevo en un viaje sin fin, salvo accidentes que puedan producirse fuera de la actividad biológica (NICKLAS BRENDBORG 2021, La medusa inmortal).
También se pueden citar otros ejemplos: las células inmortales de HENRIETTA LACKS( la llamada linea celular HeLa, 1951) o el descubrimiento de que las células terminales pueden volver a convertirse en células pluripotentes (SHIINYA YAMANAKA, 2012)
En cuanto a la inteligencia se plantea de la misma manera, de suerte que se aumentaría mediante la manipulación genética. Otro tanto se puede decir de los fármacos, en los que el efecto se conseguiría a través de los mismos y el aumento del bienestar, mediante el cual se podría erradicar, por ejemplo, la depresión.
2.2.–La razón del transhumanismo. Se entiende que hay una razón moral, consistente en el deseo de ir más allá de nuestro confinamiento biológico. Se trata, por tanto, de adoptar una actituden linea con el progreso que ha presidido la actividad humana, yendo más lejos. Por ejemplo, superando con la epidural el parto doloroso.
Se basa, también, en la libertad de las personas para superar el estado de cosas existente y pretende, en consecuencia, superar lo biológico humano, siendo esta característica el auténtico significado del transhumanismo.
El objetivo que se persigue es la felicidad, que es una obligación moral.
2.3.–Objeciones a la Biomejora: Puede distinguirse las objeciones de fondo (filosóficas) y las objeciones que ponen de manifiesto algunas características negativas.
En cuanto al fondo de la cuestión, se afirma que la mente humana no es un ordenador ni se puede reducir a la cibernética o a la biotecnología, con ser esta última muy importante.
Se plantea, además, el problema de la identidad: ¿Qué es un ser humano? ¿un cerebro y sus conexiones? ¿O algo más? Se afirma que la esencia del ser humano es la temporalidad, siguiendo la estela del filósofo HEIDEGGER, que defiende la idea de que el hombre es un ser para la muerte y todas nuestras decisiones adquieren sentido desde su contemplación.
Por último, se plantea una cuestión política, que se interroga acerca de quién será el beneficiario de los efectos del transhumanismo o si surgirán nuevas castas y se producirá graves discriminaciones.
Como características negativas se destacan la desigualdad social, la merma de la solidaridad social, la instrumentalización e inautenticidad de las personas y una peligrosa homogeneidad biológica.
Desigualdad social: la mejora podría resultar injusta si solo algunas personas pudiesen sacar ventaja de ella, por lo que todas debería tener acceso a ella o, al menos, hasta un nivel mínimo. Se contesta, sin embargo, que hay que adoptar una visión a largo plazo: los teléfonos móviles, en sus inicios, eran asequibles exclusivamente para las personas de mayor poder adquisitivo y ahora están, prácticamente, al alcance de la mayor parte de la población.
Solidaridad: Si la mala fortuna fuese una opción voluntaria (en la medida en que la mejora estuviese disponible de manera generalizada), quizás no la tomaríamos en consideración para estructurar, como asunto de justicia, las instituciones que protegen a los más desfavorecidos (MIKEL SANDEL).
Se contesta que se trata de un problema importante pero no insuperable, pues siempre existirá la mala fortuna y la mejora nunca garantizará una vida perfecta, por lo que seguiremos necesitando la solidaridad.
Instrumentalización: frente a esta objeción se responde que la vida conlleva el intento de mejorarnos. Lo hacemos por medio de la educación, la dieta o técnicas psicológicas. La mejora hay que situarla en esta misma linea.
Libre albedrío y autenticidad: Se afirma a veces que la mejora convierte los logros de las personas en inauténticos (por ejemplo, el dopaje en el deporte). Se trata de un tema muy discutido. SAVULESCU afirma que no pueden contemplarse todos los casos de la misma manera, pues las sustancias pueden mejorar nuestro libre arbitrio, aumentando, por ejemplo, el control de nuestros impulsos, por lo que siempre que contemos con un trasfondo de esfuerzo, como parte de un proyecto dirigido por valores, las sustancias de mejora podrían permitirnos en un cierto sentido ser más libres (naturalmente valorando los efectos secundarios de las mismas).
Consecuencias no deseadas: la peligrosa homogeneidad biológica: Se dice que la diversidad genética es necesaria para la supervivencia de la especie y la mejora no contribuye a ello, pero hoy en día sobrevivimos de manera diferente. Por ejemplo, desarrollando fármacos frente al VIH y estrategias para prevenir su propagación, sin necesidad de confiar en la diversidad bruta. Se contesta, en definitiva, sobre la base de argumentos basados en el bienestar y el orden moral, al entender que la mejora humana es éticamente permisible y, a veces, incluso un imperativo. Ahora bien, el aumento de la capacidad humana debe hacerse de manera segura por lo que se acude al criterio ya expuesto del bienestar o de la felicidad que se consigue con la mejora en cuestión, que es el mismo criterio que se utiliza para justificar las intervenciones terapéuticas, aunque se trate de un concepto que tiene cierto carácter relativo, puesto que no es fácil ponerse de acuerdo acerca de cuándo se dan las circunstancias que realmente hacen feliz a alguien. (se puede hablar de mejoras físicas, cognitivas, emocionales, morales o estéticas).
En todo caso existe un límite: cuando sus logros para la salud son tan probables y graves que no compensen los objetivos alcanzados.
3.- Posthumanismo
Si las nuevas tecnologías son mucho más potentes y se muestran capaces de provocar cambios sustanciales en las personas, algunos pensadores anticipan que la especie humana se transformará radicalmente, hasta el punto de que dejará de existir como tal especie para convertirse en otra diferente. El ser humano, entonces, dará paso y se convertirá en un nuevo ser posthumano desconocido, ahora, para nosotros.
Mientras que el transhumanismo propone la mejora y trasformación de la especie humana, el posthumanismo se sitúa más allá de la especie humana, dando paso a un cambio radical que trasciende por completo los límites del ser humano.
4.- Transhumanismo y sanidad: cuestiones concretas
Se abordan, a continuación, una serie de cuestiones específicas en el ámbito del transhumanismo sanitario o muy relacionadas con el mismo. Dado su carácter innovador y de avance tecnológico, las cuestiones éticas contemplan, como es lógico, el estado actual de la ciencia, por lo que pueden y deben, quizás, variar en la misma medida en que la ciencia lo determine.
4.1.-La técnica de edición genética conocida como CRISPR/Cas9.
La introducción de los sistemas CRISPR (del inglés «Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats»: repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente espaciadas) ha supuesto una ampliación extraordinaria del potencial de las tecnologías de edición genética disponibles en la última década
El acrónimo CRISPR es, pues, el nombre de unas secuencias repetitivas presentes en el ADN de las bacterias, que funcionan como autovacunas. Contienen el material genético de los virus que han atacado a las bacterias en el pasado y por eso permiten reconocer si se repite la infección y defenderse ante ella, cortando el ADN de los invasores.
Los científicos han aprendido a utilizar la herramienta CRISPR fuera de las bacterias para cortar y pegar trozos de material genético en cualquier célula para lo cual utilizan unas guías y una proteína —Cas9— para dirigirse a zonas elegidas del ADN. A partir de ahí, se pueden pegar los extremos cortados e inactivar el gen o introducir moldes de ADN, lo que permite «editar» sus letras a voluntad.
En particular, La técnica CRISPR/Cas9 es de fácil manejo y precisión, lo que anticipa escenarios verosímiles de aplicaciones terapéuticas. Sin embargo, pese a su extraordinario potencial presenta importantes limitaciones, pues, por el momento, existe un consenso amplio sobre el alto riesgo asociado al uso de dicho sistema en la linea germinal humana.
Aunque la falta de alternativas justifique en determinados casos el recurso a tratamientos experimentales de alto riesgo, conviene reforzar antes la confianza en un marco general de justicia, equidad y criterios inclusivos de política pública que despejen el camino para la convergencia de su uso (MIGUEL MORENO MUÑOZ, «Perspectiva crítica sobre la ampliación en humanos de sistemas CRISPR/CAS de edición genética», 2021).
La herramienta CRISPR/CAS9 puede utilizarse para prevenir las enfermedades genéticas (por ejemplo, el corea de Huntington) o a disminuir la probabilidad de que los descendientes las desarrollen (variante del gen BRCA1, asociada a un mayor riesgo del cáncer de mama). Pero las ventajas de dicha edición hacen verosímiles la posibilidad de acciones dirigidas a mejorar alguna función por encima de las capacidades típicamente humanas.
Aunque la opinión pública mayoritaria esté en contra de las aplicaciones dirigidas a mejorar las características físicas o cognitivas no patológicas, no puede olvidarse el alto nivel de aceptación hacia intervenciones de carácter similar, pero de naturaleza estrictamente preventiva: recurrir al diagnóstico prenatal para averiguar el riesgo de padecer enfermedades graves y, si es seguro, adoptar medidas para mejorar la salud de la descendencia.
La convergencia ética citada explica el rechazo unánime al trabajo del investigador chino (2018) que coordinó el equipo que consiguió el nacimiento de dos niñas con resistencia al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH): por la falta de escrutinio ético y legal sobre una investigación no validada y de alto riesgo en seres humanos, desarrollada en secreto, además de que el riesgo de contraer el SIDA es relativamente bajo y no comparable a las consecuencias de por vida que podría suponer la inducción de mutaciones no deseadas.
La propuesta de marco regulador para ensayos clínicos que incluyan edición del genoma hereditario, que aportan STEFFIN, HSIEH Y ROUCE, (2019) pone el acento en las condiciones de aceptación:
- Ausencia de alternativas razonables. 2) Restringida a la prevención de una enfermedad o condición seria 3) Limitadas a la edición de genes sobre los cuales existe evidencia de que causan o predisponen fuertemente a la enfermedad o condición 4) Limitada a convertir los genes editados en versiones que sean prevalentes en la población y sobre los que no exista evidencia de efectos adversos 5) Avalada por la disponibilidad de datos preclínicos y/o clínicos creíbles sobre los riesgos y los posibles beneficios para la salud de los procedimientos 6) Bajo supervisión continuada y rigurosa de los ensayos clínicos, de los efectos del procedimiento en la salud y la seguridad de los participantes en la investigación 10) Con un protocolo fiable para evitar usos que no sean la prevención de una enfermedad o afección graves.
En el estado actual de la ciencia que se comenta, las condiciones reseñadas conforman, a nuestro juicio, un marco ético razonable.
4.2.- La alteración de la naturaleza humana: una crítica a las intervenciones biológicas
Aunque la mejora humana fuera segura y contribuyera al bienestar de las personas, un sector de la doctrina se opone a ellas al entender que se altera la naturaleza propia del ser humano (JEAN DECKERS, «El significado moral de la naturaleza para el debate sobre la mejora humana», 2021). A pesar de la dificultad de distinguir lo natural de lo antinatural, en la estela de JOHN STUART MILL, se entiende que una actividad o producto no sería natural al estar bajo la influencia de la cultura humana y natural en caso contrario, de manera que se puede contrastar el artificio humano con la naturaleza, sin negar que el hombre es parte de la misma.
De acuerdo con la distinción se afirma que existe la obligación (deber normativo y moral), prima facie, de salvaguardar la integridad de la naturaleza, y si bien no debe protegerse a toda costa (para el nacimiento del Homo Faber hubo que alterar otras entidades naturales), una acción que altere más la teleología interna de una entidad natural es más problemática que otra acción, entendiendo por teleología interna la capacidad de una entidad para dirigir el desarrollo de su esencia específica, mientras que la teleología externa se refiere a la capacidad de otra entidad para dirigirla. Por ejemplo, la teleología de un ordenador no es realmente suya, ya que está determinada completamente por la externa de los diseñadores.
Todo lo cual conduce, necesariamente, como hace dicho autor, a elaborar una tabla que va de lo más antinatural hasta lo más natural. La clasificación se lleva a cabo en función de una serie de preguntas: ¿La entidad está influenciada por los seres humanos de alguna manera? ¿ha cambiado su esencia específica por un proceso humano, que probablemente sea significativamente diferente a un proceso natural que hubiera podido producirse? ¿El cambio en la esencia específica ha sido causado por la acción humana?
En definitiva, para esta objeción, deberíamos aceptar un deber moral prima facie de abstenernos de alterar la naturaleza, a menos que podamos identificar otro deber que sea al menos moralmente comparable a aquel y que no podamos cumplir sin alterar la naturaleza.
Otros autores (J. PUGH, G. KAHANE y J. SAVULESCU, «Bioconservadurismo, parcialidad y la objeción de la naturaleza humana a la mejora», 2016) al abordar el problema de la naturaleza humana, parten de la distinción entre las mejoras de rango normal y aquellas otras que trascienden la normalidad. Las primeras incluyen el uso de tecnologías que aumentan la capacidad dentro de los límites de la variación humana normal, a diferencia de las segundas, que van más allá de la variación normal de la especie: un ejemplo lo constituyen las encaminadas a la extensión de la vida, hasta el punto de que podrían servir para hacer que las personas futuras sean «posthumanas» (FUKUYAMA, 2002).
El desacuerdo sobre tal cuestión ha originado un debate entre “bioliberales” y “bioconservadores”, entendiendo estos últimos que el uso de tecnologías de mejora se debería restringir o prohibir por socavar algo intrínsecamente valioso en el ser humano, puesto que tratar de reemplazarla es inherentemente incorrecto o es probable que tenga malas consecuencias (FUKUYAMA, 2002; HABERMAS, 2003; KASS, 2003; President`s Council on Bioethics, 2003).
Los autores del trabajo mencionados tratan de resolver el dilema acudiendo a la distinción ya formulada de las mejoras: las de rango normal mejoran al individuo dentro de os límites de la variación normal de la especie. Por el contrario, las que trascienden la normalidad y precipitan cambios inmediatos podrían entenderse, de manera más plausible, como una ruptura de la historia compartida, alterando radicalmente las características que son fundamentales para nuestro sentido de compartir una historia biológica y cultural común con otros miembros de nuestra especie (por ejemplo, proporcionarían razones para abstenernos de garantizar que todos los niños recién nacidos sean mujeres).
Sin embargo, afirman que los cambios radicales pueden ser compatibles con la salvaguardia de una historia compartida si son parte de una evolución gradual, de manera que las mejoras podrían provocar los cambios, evolutivamente, conservando un grado suficiente de continuidad en las diferentes etapas de desarrollo de la especie, por lo que la objeción de la naturaleza humana no proporciona motivos para rechazar todas las formas de mejora humana.
4.3.- Mejora y mérito
¿Los individuos mejorados merecen menos las recompensas asociadas a sus logros que los no mejorados? Se ha argumentado que las mejoras son generalmente indeseables en algunos aspectos desde el punto de vista moral o prudencial, mientras que los medios más tradicionales de aumentar nuestras capacidades, como la formación y la educación, no lo son (la tesis del mérito).
A combatir esta tesis, con ciertos matices, se dedica el filósofo THOMAS DOUGLAS («Mejora y mérito», 2019). Parte de una serie de ejemplos (en uno de ellos, dos ciclistas llegan al mismo tiempo a la meta, pero uno usó una sustancia dopante y otro no: no merecen el mismo reconocimiento) y refuta una parte importante de los tres argumentos que generalmente se esgrimen, a saber, el argumento de los medios inmorales, el de la disminución del esfuerzo y el de la responsabilidad compartida.
En el caso de los medios inmorales, además de la tesis del mérito, se han argumentado otros principios: la mejora aleja a los individuos mejorados de su verdadero yo; restringe la libertad o autonomía; expresa un inquietante deseo de dominio; socava la solidaridad social o envenena las relaciones familiares y románticas sanas.
Sin embargo, lo que resulta de tales posiciones es que una mejora socava el mérito solo en aquellos casos en los que ya existe una objeción independiente a la mejora ( por ejemplo, se gana un oro olímpico en patinaje, pero previamente se había atacado y lesionado a uno de los competidores) .En estos casos la apelación al mérito pierde gran parte de su interés dialéctico, pues los argumentos demuestran que las mejoras son inadmisibles solo en circunstancias especiales (previas, determinadas por el mal uso de los medios empleados)
Otro tanto sucede con el argumento de la disminución del esfuerzo, que afirma que las mejoras hacen que nuestros logros sean «demasiado fáciles», pues parece que tiene que haber una relación entre el esfuerzo y el mérito. Pero, según este filósofo, hay situaciones en las que las mejoras socavan el esfuerzo, pero no afectan para nada a la obtención del mérito, dándose estas circunstancias cuando la adopción de una ruta de menor esfuerzo para la obtención de un logro no tiene ningún efecto negativo en el mérito conseguido.
En tales supuestos, la adopción de la ruta del esfuerzo superior implica un esfuerzo gratuito y sería impensable que hacer las cosas de la manera más difícil pudiera conllevar que uno sea más merecedor de los bienes obtenidos. Por supuesto, en determinadas circunstancias puede haber razones para adoptar la ruta de mayor esfuerzo, lo que es cierto en muchos eventos deportivos, pero en tales casos hay una objeción independiente que impide conseguir la mejora de otra manera, pues en otro caso se socava el valor de la actividad en la que se está involucrado.
Tampoco el argumento de la responsabilidad compartida (que entiende que las personas mejoradas no son responsables, al menos totalmente, de los logros que sus mejoran permiten) justifica la tesis del mérito. No es cierto que las mejoras en general disminuyan la responsabilidad.
Una persona puede externalizar muchas tareas necesarias para la obtención de un logro sin disminuir su propia responsabilidad, siempre y cuando siga ejerciendo el control ejecutivo al recurrir a la ayuda de otros. Por ejemplo, cuando el piloto de Fórmula I haya participado activamente en la decisión de que innovaciones tecnológicas adoptar respecto al diseño del coche. En tal supuesto, su victoria no se habrá visto mermada por el hecho de que le hubieran proporcionado un coche especialmente rápido.
4.4.-La mejora moral
Ante la dificultad de afrontar los enormes problemas de todo tipo que amenazan el futuro de la humanidad (desafío climático, ambiental, político, económico, tecnológico), utilizando solo los cambios culturales y educativos, se plantea la posibilidad de biomejorar moralmente a los seres humanos.
Se persigue entonces, la obtención de un comportamiento moral por encima del nivel normal y se entiende, por tal, el aumento de la motivación, lo que mueve a la acción, lo que es acorde con las exigencias altruistas y de imparcialidad propias de la moral, lo que se conseguiría, según algunos autores, con un mayor grado de empatía hacia los demás y la utilización de medios biomédicos: drogas, manipulación neuronal o, cuando sea seguro, por medio de la ingeniería genética. («Mejora moral: ¿en beneficio o detrimento de la libertad?», ANTONIO DIEGUEZ y CARISSA VÉLEZ, 2019).
Un experimento reciente mostró que cierto tipo de estimulación eléctrica transcraneal de la corteza prefrontal media disminuía los prejuicios raciales de sesenta estudiantes holandeses con respecto a los nombres de personas marroquíes (SELLARO et al., 2015), aunque los autores reconocen que los mecanismos precisos no son bien conocidos.
Se objeta a la mejora moral que con ella disminuimos nuestro libre albedrío, en particular la libertad para decidir la realización de acciones moralmente incorrectas (JOHN HARRIS, 2011). Se contesta que, aunque algunas formas de mejora moral podrían convertir a las personas en autómatas, hay muchas otras que no anulan la libertad de la voluntad, pues la mejora moral podría tener como objetivo actuar en el nivel de la evaluación y deliberación y no directamente en el nivel de la decisión, aumentando la autonomía de los individuos. Más aun, en el caso de que actuara sobre la motivación o los sentimientos, tampoco anularía la voluntad, del mismo modo que la educación moral a través de la lectura, por ejemplo, no es considerada como una limitación de la libertad.
4.5.- Oxitocina y mejora moral
Se considera a esta hormona responsable, en gran medida, de la empatía de los seres humanos, puesto que su administración influye en el comportamiento de las personas, consiguiendo, entre otros efectos, la formación de vínculos de pareja y la generación de actitudes y conductas sociales. Las expectativas depositadas en ella son cada vez más importantes, hasta el punto de que se plantea la posibilidad de utilizarla no solo en el terreno terapéutico (por ejemplo, en el autismo, caracterizado por una acentuada falta de empatía), sino también en las personas sanas (FRANCISCO LARA, «Oxitocina, empatía y mejora humana», 2017).
Según los estudios efectuados, dicha hormona atenúa la sobrexcitación provocada por el contagio emocional, facilita la adopción de la perspectiva de los demás (imaginar el sufrimiento del otro, poniéndonos en su lugar) y favorece el altruismo (evitar el sufrimiento).Existen, estudios con resultados discrepantes: los efectos positivos dependerían del contexto, se incrementan entre conocidos pero disminuye en situaciones de competencia o interacción entre extraños y hay quien tiene menos capacidad innata de ponerse en el lugar de los demás ( esto es, bajo ciertas circunstancias y peculiaridades individuales).
Para resolver esta cuestión es conveniente distinguir dos ámbitos distintos: su utilización terapéutica y su utilización en las personas normales. En el primer caso, la literatura actual muestra cierto optimismo en su utilización: por ejemplo, se piensa que puede potenciar la cognición social en los autistas, exigiéndose, claro está, una mejora considerable y segura en el bienestar social y la autodeterminación del paciente, que supone contar con su consentimiento. En el segundo supuesto, ante la dificultad de distinguir entre terapia y mejora, no cabe otra solución que exigir los mismos requisitos, sin que su aplicación afecte, por tanto, a la identidad (la educación y la mejora pueden contemplarse como formas de facilitar la autonomía de los individuos y constituyen sistemas equivalentes de ayuda).
En cuanto a la tendencia al favoritismo o a la parcialidad, se debe tener en cuenta que la empatía debe ir siempre acompañada de correctores cognitivos y reflexivos que eviten la discriminación arbitraria: por ejemplo, la insistencia de que los extraños comparten con nosotros creencias, valores y emociones complejas o, en el caso de la oxitocina, dado que algunos autores entienden que el favoritismo podría mitigarse cuando las personas, en lugar de considerar la pertenencia a un grupo, fueran capaz con medidas reflexivas de comprender que su grupo es el de la humanidad en su conjunto.
Sin embargo, se acaba desaconsejando por las malas consecuencias de su implementación voluntaria en un habitual contexto de individuos con perfil no colaborativo. Es decir, si se mejora la empatía de una parte de la sociedad (la de los que voluntariamente lo solicitasen) se promovería un altruismo pleno con el que, paradójicamente, se acentuaría y propagaría el egoismo de los demás, con negativas consecuencias para todos.
4.6.- El neurofeedback y la mejora moral
Se trata de una técnica que se utiliza con fines terapéuticos para la recuperación de accidentes cerebrovasculares, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y la epilepsia.
Consiste en un entrenamiento cognitivo o emocional a partir del conocimiento que aportaría un electroencefalograma sobre el funcionamiento de las ondas de diferentes partes de nuestro cerebro. Gracias al control de la propia actividad cerebral y al consiguiente incremento de la autorreflexión y la consciencia o modulación de las emociones, podría ser un buen instrumento para perfeccionar los aspectos deliberativos y motivacionales, de manera respetuosa con la autonomía (PALOMA GARCÍA DÍAZ, «El neurofeedback y el proyecto de la mejora moral», 2016).
Es una técnica segura con efectos probados en el campo terapéutico, de la investigación y como entrenamiento para la mejora humana en la música, el deporte, la cognición y la moral.
Se ha debatido, no obstante, si no sería más preciso considerarla solo como una técnica de mejora cognitiva y no moral. Sin embargo, la autora del trabajo entiende que no solo mejora las funciones ejecutivas, como la memoria, la atención o la destreza visual, sino que también permite que las personas que aprenden a neuromodularse puedan inhibir respuestas emocionales negativas, lo que puede servir para favorecer un razonamiento moral más pleno. A lo anterior hay que añadir que si se analiza como un prerrequisito de una Inteligencia moral interactiva (o un elemento coadyuvante), que no socave la autonomía de los agentes morales, la respuesta es sí podría considerarse como una técnica de mejora moral.
4.7.- La inteligencia artificial y la mejora moral
Otra forma no biotecnológica de mejora moral, poco estudiada, es la Inteligencia Artificial (IA), esto es, poner los sistemas computarizados al servicio de una mejor toma de decisiones morales. Los sistemas algorítmicos artificiales procesan mucha más información que nuestros cerebros, no sucumben a sesgos cognitivos o errores lógicos y son capaces de computar múltiples alternativas. Al estudio de la IA, entendida como una posible herramienta estratégica para la mejora de la moral humana, se dedica el trabajo «Automatizando la toma de decisiones morales: inteligencia artificial y mejora humana» de ANIBAL MONASTERIO ASTOBIZA, 2016.
Debe tenerse en cuenta que la IA puede usar datos de cientos de miles de personas cuando toman decisiones morales y puede aprender las respuestas apropiadas a situaciones a situaciones morales diversas.
Así entendido se enfrenta a tres problemas importantes: el pluralismo axiológico, la autonomía de los usuarios y la atrofia moral.
En el primer caso se enfrenta a la cuestión de como programar la IA para que tenga en cuenta las distintas respuestas morales que las personas puedan tener. En el segundo, a la llamada «evitabilidad», esto es, como impedir que la IA se convierta en una fuerza externa que nos obliga, engaña o manipula a tomar una decisión, aunque no estemos de acuerdo con ella. En el tercero, la atrofia moral, por cuanto su uso habitual nos impida tomar decisiones por nosotros mismos. En definitiva, la instrumentalización de las personas, en sus diferentes variantes, a través de una máquina.
En nuestro ámbito europeo (UE) tiene especial interés el documento publicado por el Grupo Independiente de Expertos de Alto Nivel creado por la Comisión Europea en junio de 2018, en el que se presentan varios principios éticos para una IA fiable. Asimismo, hay que mencionar el Reglamento General de Protección de Datos, (2016), que en relación con la información sensible ha establecido el derecho a recibir y a acceder a información significativa de los efectos de los efecto de la automatización de las decisiones (artículos 13.2, 14.2, 15.1 y 22), además de establecer que “todo interesado tendrá derecho a no ser objeto de una decisión basada únicamente en el tratamiento automatizado, incluida la elaboración de perfiles que produzca efectos jurídicos en él o le afecte significativamente de modo similar”.
Es de reseñar también la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y sus 36 paises miembros, junto con Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Perú y Rumania, que han adoptado formalmente el primer conjunto intergubernamental de directrices políticas sobre la IA.
En consecuencia, la IA se puede utilizar con propósitos buenos y malos, por lo que debemos considerar los riesgos y desafíos de una sociedad de la “caja negra” (black box), porque muy pocos conocen, ni siquiera los mismos programadores, el funcionamiento de unos algoritmos, opacos y poco transparentes, que se utilizan para automatizar las decisiones en los diferentes campos, mientras está recolectando, tratando, almacenando y posiblemente distribuyendo información personal sensible.
Para solucionar los problemas planteados se han ideado varios sistemas, que FRANCISCO LARA Y JAN DECKERS analizan en su trabajo “La inteligencia artificial como asistente socrático para la mejora moral”, 2020.
Rechazan un primer sistema, que denominan “mejora reemplazante porque incluye la cesión total de la toma de decisiones a máquinas que podríamos no entender, con la consiguiente pérdida de aquello que nos hace seres éticos, además de que en el proceso de mejora los seres humanos asumimos siempre un papel muy pasivo, haciendo imposible el progreso moral, puesto que no puede explicar el hecho de que los juicios morales realizados hoy sean inaceptables en el futuro.
Tampoco admiten la que llaman “mejora auxiliar”, aunque no excluyan a las personas de las decisiones, dando protagonismo a sus valores. La razón estriba, en este caso, en la puesta en peligro del desarrollo de nuestras capacidades morales, pues, una vez que los valores han sido fijados por el agente, la única función del sistema es recomendar decisiones que se ajusten a esos valores, pero en ningún caso inducir al agente a cuestionar esos valores. Por tanto, aun permitiendo esa propuesta la existencia de perspectivas plurales, al no perseguir una actitud crítica, difícilmente fomentarán amplios equilibrios reflexivos o acuerdos entre aquellos que eligen diferentes configuraciones éticas del sistema.
Su propuesta se basa en un modelo basado en el diálogo interactivo, al estilo socrático, con un asistente virtual que solo pretenda la capacitación del usuario para tomar por sí mismo mejores decisiones morales, de manera que haya una interacción constante entre el humano y la máquina, sin que haya previas listas o marcos de valores desde los cuales intentar la mejora moral del agente.
Se trata de algoritmos que impidan que la máquina se incline hacia principios o valores o teorías particulares. Este enfoque, que desarrollan en el trabajo citado, contrasta con la tendencia actual a desarrollar prototipos de modelos informáticos de decisión que se basan en teorías o valores de diferente signo.
En conclusión, se puede decir que los beneficios de la mejora pueden ser muchos e importantes, pero también sus efectos negativos. El peor de estos sería que, pretendiendo mejorarnos como humanos, acabásemos paradójicamente poniendo en peligro lo mejor de nosotros.
Javier Sánchez Caro es Director Científico de formación en Bioética y Derecho Sanitario.
Abogado. Académico honorario correspondiente de la Real Academia Nacional de Medicina.
Prof. Honorario de la Escuela Nacional de Sanidad. Autor de múltiples libros sobre Bioética.