Como las gotas en el vidrio,

como las gotas de la lluvia

en una tarde somnolienta,

exactamente iguales,

superficiales,

ávidas todas,

breves,

se hieren y se funden,

tan, tan breves

que no podrían dar cabida al miedo,

que el espanto no debiera hacer huella

en nosotros.

Después, ya muertos, rodaremos,

redondos y olvidados.

Ida Vitale

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