No era cierto, por más que lo jurase,
que yo tu amor jamás olvidaría.
En cuanto el tiempo me ofreció un atajo
te malvendí sin arrepentimiento.
Felicidad obliga. Hay quien lo llama
de la necesidad hacer virtud.
Difícil de asumir, pero innegable.
De barro son las ganas. Cuántas veces
se miente aunque se diga la verdad.
Raquel Lanseros