*César Rojo Costa

Ya hace algún tiempo que no duermo bien, tengo unos sueños extraños que me llevan a vivencias que no me resultan del todo desconocidas pero que no termino de verlas claramente o de poder recordarlas. Parece ser como si una barrera invisible las bloqueara y como resultado me siento muy intranquilo cada noche cuando pienso en volver a dormir.

Como no quiero tener que tomar somníferos me he estado informando por un amigo médico y se que la hipnoterapia utilizada para revivir velados recuerdos que están reprimidos para nuestra conciencia puede ser útil en estos casos, por lo que he solicitado una cita con un psicólogo hipnoterapeuta porque no puedo seguir así con esta angustia latente, sobre todo desde que en una de esas visiones nocturnas me vi cayendo como por un abismo y después estaba en sitio en que se veían extrañas formas en el espacio, y en ese momento me desperté gritando lleno de pavor y con el corazón latiendo de forma desaforada de tal forma que ya no pude volver a conciliar el sueño esa noche.

Ya en la sesión clínica después contarle al psicólogo todo lo que me estaba pasando y de responder a varias preguntas sobre mi historia personal y despejar mis dudas «no tenga miedo a perder el control y si es necesario le sacaré de lo que le este pasando”. Tras la preparación previa me dijo, a partir ahora déjese guiar solamente por mi voz, que le relaja cada vez más intensamente, todo su cuerpo se afloja, solo quiere descansar y dormir, dormir profundamente, poco a poco los párpados los va sintiendo más y más pesados y, una vez que los ojos se cierren, tenga siempre presente que yo le iré acompañando en los recuerdos que vayan apareciendo con las emociones que experimente y aunque le puedan afectar son el pasado que quiere desvelar.

Repitió varias veces sugerencias parecidas con un tono voz cálido y monocorde, aunque al principio no terminaba de concentrarme al cabo de un rato y llegado ese momento me ví de repente transportado a mi niñez, estaba paseando en un parque muy grande con muchos árboles, era una tarde que hacía mucho calor, apenas había gente y cogido de la mano de mi madre, que sentándose en un banco me dijo: «ve a jugar en los columpios pero no te alejes mucho mientras se ponía a leer un libro«.

Estaba jugando con una pelota y al pegarle una patada desapareció entre los arbustos por lo que fuí a buscarla, y al adentrarme en la vegetación vi como una niebla muy espesa pero que era muy rara porque estaba concentrada en un solo sitio y sería como de mi tamaño, yo tendría unos ocho o nueve años.

Muy intrigado me acerqué para verla de cerca y en ese momento comienzo a girar muy deprisa atrayéndome hacia ella y sentí la sensación caer flotando en el aire, era algo parecido a cuando mis padres me llevaron a una atracción de un túnel de viento en un parque temático, aunque eso no evitó que gritara espantado, de repente no se donde me encuentro viendo planetas de colores y al poco otra vez estoy cayendo y me encuentro de nuevo en el parque, la niebla desaparece y yo muy asustado voy corriendo a contárselo a mi madre.

Así se me desveló esa experiencia traumática de mi infancia. Por increible que pueda parecer había viajado brevemente a través de alguna clase de portal dimensional a otro planeta, no sabría decir si además en el tiempo, lo que a mi edad en ese momento fue una experiencia traumática que mi mente bloqueó para evitar que entrara en conflicto con mi realidad consciente, según me explicó posteriormente el psicólogo, que también estaba tan asombrado como yo: «el recuerdo parece ser real” me confesó y no podemos negarlo porque sea algo extraordinario sobre todo en estos tiempos en los que la física cuántica, dice que puede haber universos paralelos y que dos partículas pueden estar entrelazadas aunque estén separadas a miles de kilómetros”.

Después de la sesión me fuí a casa muy aliviado y esa noche por fin pude por fin volver a dormir con normalidad. Según deduje más tarde el desencadenante de los sueños pudo ser una película en 3D de ciencia ficción que vi, en la que ocurrían cosas parecidas a mi viaje.

*CÉSAR ROJO COSTA es psicólogo

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