Ganador del Premio Maurice Hilleman por contribuir con la ciencia a la vacuna contra el virus de la papiloma, Xavier Bosch es un médico puntero de la salud.
Investigador, médico y profesor. Xavier Bosch es la figura puntera y sanitaria que se esconde tras la vacuna contra el virus del papiloma humano, uno de los catorce sueros que suelen incluirse en los calendarios vacunales nacionales. O, más bien, es el médico a quien más debemos hoy en día el reconocimiento de saber que dicho virus es el principal causante del cáncer de cuello uterino.
Xavier Bosch, un investigador emérito en el Instituto Catalán de Oncología
Tanta ha sido la importancia de Xavier Bosch a la medicina, que toda sus contribuciones, estudios y trayectoria profesional fue galardonada el pasado 19 de noviembre de este mismo 2021 con del premio Maurice Hilleman, desde la Sociedad Internacional de Virus del Papiloma; todo un merecido tributo al desarrollo y a la promoción de las vacunas contra esa clase de virus que el experto ha estado realizando a lo largo de estos últimos años.
«Es un premio que conceden compañeros y compañeras expertos en el tema y que recibo con mucha gratitud», afirmó el propio Bosch al aceptar el galardón; «pero, aunque se concede a título personal, la realidad es que se debe a la labor de los grupos con los que he trabajado», aseveró, apostillando a renglón siguiente que «lo más importante es rodearte de un buen equipo, gestionarlo y saber mantenerlo».
Investigador principal adscrito al IDIBELL o Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge, Xavier Bosch es también profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, institución también conocida como la Universitat Oberta de Catalunya.
Un sanitario puntero que con su acción investigadora contribuyó decisivamente a identificar el virus del papiloma humano, el abreviado VPH, el mismo virus que, efectivamente, es tan causante principal del cáncer de cuello de útero como responsable secundario de otros tipos de cáncer.
Para entender la importancia de esta figura médica y científica es preciso aclarar que su aportación en la materia del VPH supuso el punto de partida base en ese campo de estudio y otros, una participación a partir de la cual empezó a ser posible desarrollar las vacunas. Siguió muy activo tras ello, incluso, involucrándose en estudios sobre la eficacia de tales sueros, dedicándose en cuerpo y alma a fomentar hoy en día su uso.
Un justo laurel a toda una vida dedicada a la medicina
Maurice Hilleman, apodado como ‘El Gran Desconocido’, fue un microbiólogo y vacunólogo estadounidense que con su dedicado y activo trabajo respaldó el desarrollo de varias decenas de vacunas, entre las que se incluyen ocho de las catorce que generalmente suelen engrosar la lista de los calendarios vacunales de los países.
Que uno de los premios de investigación más laureados hoy en día lleve su nombre es una prueba inequívoca del valor con el que el mundo científico aprecia a su figura, un tributo del que también se benefició Xavier Bosch hace poco más de un mes, al recibir un premio en la última edición de dicho galardón, por ayudar a establecer la relación entre la vacuna del virus del papiloma y el cáncer de cuello del útero, señalando que la primera es capaz de actuar fundamentalmente como una prevención de la segunda.
Y es que si bien durante la década de los 80 del siglo anterior se sabía y creía que sí existía un vínculo entre el número de parejas sexuales y el riesgo de desarrollar cáncer de cuello uterino, se ignoraba no obstante qué factor, exactamente, podía estar provocándolo.
De hecho, lejos de creer que el principal causante era el virus del papiloma, las acusaciones en ese entonces se decantaban más hacia un virus con asociación al herpes.
No fue hasta la aparición del equipo de investigación del profesor alemán Zur Hausen, y a su apuesta por la inclusión de técnicas de detección de ADN viral en los estudios epidemiológicos poblacionales realizados en Heidelberg, Alemania, cuando las sospechas empezaron a dirigirse hacia el virus del papiloma.
Los frutos cosechados de una semilla bien plantada
Una estela que el grupo de Xavier Bosch no tardó en seguir, poniendo en marcha diferentes estudios que se extendieron a más de una treintena de países, con más de 25.000 casos por analizar, comparando en el proceso a mujeres afectadas o no del cáncer; andando siempre a la caza de marcadores de exposición al virus, y pudiendo llegar a calcular finalmente el incremento de riesgo de acabar padeciendo un cáncer, especialmente en aquellas mujeres expuestas a la infección.
«Fuimos de los primeros en usar la tecnología para detectar el VPH en estudios de este tipo», señaló Xavier Bosch al respecto, refiriéndose al trabajo de su grupo, y detallando que la asociación descubierta entre el virus y el cáncer era tan fuerte, que permitió establecer la relación causal entre el infeccioso virus del papiloma y el desarrollo cancerígeno, localizado en el cuello uterino.
Y si bien la infección por VPH no provoca alteraciones ni síntomas clínicos, generalmente, el cien por ciento de las mujeres que acaban desarrollando ese tipo de cáncer lo hacen tras haber sido infectadas anteriormente con el mencionado VPH.
Esta confirmación sobre un origen viral del cáncer de cuello del útero supuso el pistoletazo de salida del desarrollo de una vacuna, cuyo primer formato apareció en escena hace cosa de quince años, allá por 2006, implicando asimismo el último empujón para que los programas de cribado de diferentes países incorporaran a sus protocolos de prevención poblacional la detección de esta infección viral.
¿A cuántas personas afecta el virus del papiloma?
Más de 120 millones de personas han recibido la administración de la vacuna contra el VPH hasta la actualidad, a lo largo y ancho de todo el mundo. Es el caso de España, donde el suero inmunológico contra esa infección viral forma parte de la rutina de los calendarios vacunales, inyectándose a aquellas niñas con 12 años, como mínimo.
A pesar de ello, entre un 10 por ciento y un 12 por ciento de las mujeres españolas están infectadas con el virus, o eso se estima, siendo que este provoca 2.000 tumores al año en todo el país, con un plus de 800 muertes, aproximadamente.
«Algunas voces aisladas intentaron levantar dudas sobre la vacuna», reconoció Xavier Bosch, «pero lo cierto es que es una vacuna buenísima contra los tipos de VPH mayoritarios, y su tecnología se está intentando aplicar incluso a otros virus más difíciles, como el VIH o los de la gripe», agregó, a pesar de que el consenso médico y científico afirma que la eficacia de dicho suero en la población se verá y apreciará finalmente y en su justa medida con el paso de más tiempo.
En aquellos países en vías de desarrollo, las cifras acerca de la enfermedad rondan el 30 por ciento de mujeres infectadas, aun cuando los últimos estudios apuntados por Xavier Bosch señalan que dicha vacuna «ofrece cerca de un 90% de protección frente a la infección y frente al desarrollo de cáncer. Y es segura», apostilló. «Con tantos millones de personas vacunadas, no ha aparecido ninguna alerta asociada».
El virus del papiloma puede llegar a vencerse.
Así lo declaró la Organización Mundial de la Salud (OMS) al señalar que es un virus potencialmente erradicable que exige una estrategia de vacunación masiva, cuya administración se combine a su vez con las adecuadas estrategias de cribado. Un punto en el que Xavier Bosch coincide plenamente con la entidad sanitaria de naciones Unidas.
«Los modelos nos muestran que, aunque es complicado, es factible erradicar el virus del mundo».
Una meta que, eso sí, precisa de un esfuerzo de educación y promoción, según Xavier Bosch, a la par que requiere de la intervención de las diferentes líneas de investigación que aún mantiene abiertas a su alrededor, como la «mucha actividad de formación a personal médico y sanitario y a profesionales que están en contacto con los pacientes para que sepan que esta vacuna existe, que es necesaria, que es eficaz y que es segura», defendió.
«El objetivo fundamental ahora es lograr que la cobertura vacunal vaya subiendo y que tengan acceso a ella los países menos desarrollados», remachó, favoreciendo en dicho planteamiento los objetivos de desarrollo sostenible y de salud y bienestar que tanto caracterizan a la investigación e innovación (I+i) de la UOC.