Hablar de fisioterapia y demencia es poner a prueba el redescubrimiento del esquema corporal, recurriendo para ello a los ejercicios y a la estimulación.
A fin de determinar su efectividad en las personas mayores, la fisioterapia se ha revelado como una herramienta muy útil a blandir contra la demencia, especialmente al emplearse como un método de prevención y de tratamiento en afecciones como el Alzhéimer; y es que permite recuperar la resistencia física, por ejemplo, regular el tono muscular, mismamente, e incluso fomentar el entrenamiento cognitivo.
¡Conozca aquí cuál es la función de la fisioterapia en el tratamiento de la demencia!
Cabe recordar, antes que nada, que la demencia conduce a la discapacidad y a la dependencia, tal y como apuntan desde la Organización Mundial de la Salud (OMS), siendo actualmente y en todo el mundo una de las principales causas que más propician estas dos condiciones entre las personas mayores. Lejos de ser un síndrome o una enfermedad, se trata de una condición de salud basada en el deterioro neuronal, en el menoscabo de las funciones cognitivas y en el derrumbe, crónico y progresivo, de la personalidad, la conducta y los pensamientos de quien la padece.
De esta manera, la demencia puede representarse como un árbol del que cuelgan numerosos frutos nocivos y patológicos con sabor amargo y con múltiples manifestaciones, siendo el alzhéimer la fruta que más ramas ocupa, entre el 60 y el 70 por ciento, para ser exactos, según datos de la OMS.
Pero, en cualquier caso, y sea cual sea la cara patológica que adopte la demencia, lo cierto es que la fisioterapia desempeña un papel fundamental en su afección; ya no tanto en la evolución de la enfermedad, sino más bien en la tarea de mantener la calidad de vida del paciente, influyendo a la hora de frenar o retrasar la aparición de los diversos síntomas, desde luego; y abarcando los signos relativos a las funciones mentales e incluso las secuelas percibidas en el aparato locomotor.
Parte indispensable de todo buen cuidado que quiera ser clasificado de efectivo e integral, la fisioterapia hace valer sus beneficios tanto en el ámbito físico como a nivel mental, cabe recalcar; sin olvidar cada una de las fases evolutivas en las que se desarrollan las diferentes demencias, cómo no, área en la que la terapia física puede hacer mucho y más, tal y como coinciden en reafirmar los expertos.
Desde el CGCFE o Consejo General de Colegios de Fisioterapeutas de España señalan, de hecho, que esta disciplina es sumamente importante llegado el momento de luchar por preservar la autonomía e independencia de las personas mayores, focalizándose en mantener esta libertad y autodeterminación el máximo tiempo posible. Puede resumirse, por tanto, que la fisioterapia y demencia hacen un buen puente en el que los beneficios de rehabilitación cognitiva y fisiológica fluyen con efectividad, con ventajas para el paciente.
Ahora bien, ¿cuál sería entonces la labor del fisioterapeuta con una persona con demencia?
La respuesta a esta pregunta remite directamente a las fases avanzadas de cualquier afección de demencia, sin duda alguna, y es que la profesionalidad de este personal sanitario salta a leguas al ser consciente de que pueden ayudar a evitar la progresión de la falta de movilidad. ¿Cómo, exactamente?
A través de terapias específicas, básicamente, sobre todo esas capaces de frenar la rigidez muscular o las alteraciones musculoesquelética. Una lluvia de ventajas a las que también se suma el bienestar psíquico y emocional que brindan muchas veces, por supuesto, amén de los ejercicios que se practican bajo supervisión, ya sea en grupo o de manera individual.
El papel del fisioterapeuta es igualmente importante en el asesoramiento de la terapia, y eso no hay que olvidarlo, ya que sus recomendaciones pueden hallar un método para seguir realizando las actividades cotidianas (al menos en algunos casos), aconsejándoles cómo hacerlo con más cuidado y más salud. Pautas que no solo pueden servir al paciente, sino también a sus familiares y cuidadores.
De hecho, y siguiendo por esta rama, el consenso experto reafirma que el “entrenamiento” físico y mental constituye un pilar básico para tratar las demencias, por la sencilla razón de que el fisioterapeuta cuenta con técnicas precisas con los que puede obtener resultados satisfactorios que, en la práctica, se traducen en una mayor calidad de vida para el paciente.
De esta manera, aunque es cierto que enfermedades como el alzhéimer no están relacionados con la función motora, al menos no directamente, la fisioterapia beneficia a sus aquejados porque les ayuda a mejorar el movimiento, por un lado y de manera general, brindándoles grandes beneficios a la hora de frenar el deterioro mental, por otra parte, influyendo asimismo y de forma positiva en su conducta y estado de ánimo.
Otra de las maneras en que la fisioterapia se ha hecho notar con positividad ante la demencia es en su capacidad para combatir las situaciones de apatía, y lo mismo puede decirse en la tarea de ahuyentar la negatividad y la depresión y los cambios bruscos de humor… por no hablar de otras muchas técnicas efectivas frente a esta condición neuronal de degeneración.
Puede resumirse, entonces, que el papel del fisioterapeuta ante la demencia empieza por realizar una exhaustiva valoración de la concreta situación del enfermo, ante todo, teniendo siempre presente la existencia de otras posibles enfermedades; establecer las pautas de tratamiento que más y mejor beneficios prometen, después; y seguir por ese rumbo, abrazando y apostando por esos evidentes logros que la convierten la terapia escogida en una ayuda imprescindible.
Fisioterapia y demencia, una relación que va de la capacidad motora al volver a poder caminar
Entrando en detalles, basta revisar los programas terapéuticos esbozados en los centros especializados en prevención y tratamiento de demencias para darse cuenta de que la eficacia de la fisioterapia es fácilmente apreciable, sobre todo si se recurre a ella desde la aparición de los primeros síntomas.
En este sentido y según el consenso experto, esta rama de la salud es capaz de mejorar el rango de movimiento de las articulaciones, ralentizar el deterioro de las funciones cognitivas, y aumentar el tono muscular, brindar un mayor equilibrio estático y dinámico, muy importante por cierto ante la prevención de caídas.
Un abanico ventajoso en el que también persiste la posibilidad de mejorar la capacidad motora general y la motricidad fina, todo en un mismo pack, así como preservar la conciencia del propio cuerpo, estimular la memoria haciendo de los ejercicios una rutina, mantener la orientación espacio-tiempo, favorecer la psicomotricidad, y respaldar la autoestima y las relaciones interpersonales.
Y todo ello a través de propuestas que van desde la termoterapia hasta la gimnasia activa con distintos elementos, pasando por masajes y manipulaciones terapéuticas y por los ejercicios de psicomotricidad, sin olvidar el trabajar el movimiento de los dedos de las manos, como tampoco las terapias de control de la respiración y las de relajación y etc.
Hablar de fisioterapia y demencia es, en suma, aludir a manipulaciones terapéuticas que activen la circulación periférica y alivien dolores articulares y musculares, disminuyendo en el camino la rigidez del paciente, al menos por norma general. Una asociación muy ventajosa que además contribuye a la reeducación postural y de la marcha, ya sea a través de terapias basados en la cinesiterapia, como mediante movimientos activos o pasivos.
¿El objetivo, en cualquier caso? Aumentar la movilidad, principalmente, para así mantener la máxima funcionalidad posible, desde luego; pero también para lograr una postura correcta, y así no desarrollar nuevas patologías que adolezcan después a las articulaciones; y para trabajar la capacidad de caminar, visto que ello afianza el equilibrio y la estabilidad ganada, evitando así posibles caídas, siendo este apartado terapéutico un recurso muy importante durante las fases más avanzadas de la enfermedad, dicho sea de paso.