Nadal es fundador de Plataforma Editorial. Escritor, editor, columnista, padre y amigo. Le escribo para felicitarle porque su trabajo ha sido premiado tras tres lustros de impecable labor y porque quiero hablar con él. Conversar con Jordi es adentrarte en un universo distinto, único; ese que él ve porque mira más allá de lo que nosotros prevemos. Es tenaz, capaz, rotundo y sobre todas las cosas, un hombre sensible. Ve donde no hay y busca con afán la excelencia por encima de todo. Su equipo se mira en él y mueve el barco editorial con el mismo vigor que el primer día. Acaba de celebrar su título 1.000, casi nada.
Prensa Social: Don Jordi, de tanto editar, ¿a veces se acaba queriendo escribir, enseñar, pensar? Eso reza su presentación cuando llegamos a su web y aparece su Libroterapia.
Jordi Nadal: Todo gira alrededor de la palabra. Ella nos hace, creo, más humanos. Ocuparnos de las palabras es aprender a ser una mejor versión de uno mismo.
P.S.: La estrella polar en su vida se refiere a aquello que brilla y le hace brillar, todo lo que no es distinción es confusión, decían los escolásticos. Explíqueme cómo lo hace.
J.N.: Intentando pensar con claridad. Mirar la verdad (o, al menos, la realidad) con los ojos abiertos. Intentar pulir la mirada, la capacidad de entender. Limpiamos las gafas cuando se empañan o ensucian. Debemos hacer, regularmente, lo mismo con nuestra forma de mirar el mundo. Aunque cueste. Aunque sintamos, a veces, humana pereza.
P.S.: ¿Es el pensamiento crítico lo que falta para que seamos una sociedad más culta y plural?
J.N.: Pensar y dudar deben ir juntas. Eso es ser , acaso, menos contundente (por exceso, a veces), pero, curiosa y paradójicamente, permite llegar a ser más sólidos, más solventes.
P.S.: ¿Tiene la sensación de que esto se acaba? El tiempo es finito, refiere.
J.N.: Oh, sí, sin duda. Y me pesa, si la esperanza de vida de un hombre en nuestro país es de 78 años, estoy, si mi vida fuese un año, ya metido en septiembre, vale la pena no perder el tiempo. Tonterías, las justas.
P.S.: ¿Qué le está pasando a la sociedad en particular?
J.N.: Que todo va muy rápido, facilitado por lo digital. La velocidad es la droga de nuestro tiempo. Excita, pero hace, un muchos casos, demasiado daño.
P.S.: Hablemos de felicidad. ¿Vivimos sin apreciar lo que nos es dado? ¿Por qué?
J.N.: Porque estiramos los pétalos de las flores para que crezcan antes y lo que más a menudo conseguimos es malograrlas. Es hermoso, complicado, terrible y asombroso: es así la Vida.
P.S.: Para abarcar la belleza, la cultura, la filosofía, tendríamos que enseñar a leer y no se está haciendo. ¿Ve alguna solución a todo esto
J.N.: Decidir leer. Decidir trabajarse, decidir ser en lugar de sólo tener. Parar, respirar, pensar, y hacer, claro. Lo dijo Vicente Aleixandre: «Hacer es vivir más». Leer bien es bastante imprescindible para pensar mejor. Habrá analfabetos cultísimos, pero son una honrosa excepción, que nadie defienda la condición de analfabeto. No es deseable. Leer permite leer la realidad, y leer mejor el mundo.
P.S.: ¿Se lee tanto como se publica o realmente estamos llegando al fin de la lectura como vía de conocimiento?
J.N.: No existe conocimiento profundo, humano y que valga la pena que no pase por la lectura. Si el mundo está solo en manos de yutúbers de éxito, que nadie se sorprenda de cómo estamos.
P.S.: ¿Qué hace que la sociedad esté dejando de leer?
J.N.: La prisa por llegar al lugar equivocado, porque está de moda. Ser más, ser internamente, ser esencia no está siempre bien considerado. Por eso muchos se exilian en su soberano interior.
P.S.: ¿Qué vive un escritor que además es editor? ¿Procuramos la calidad en las editoriales en España o este es ya un país en donde todo el mundo cree que sabe escribir?
J.N.: Leer y escribir y publicar es estar en un territorio extendido que es, para mí, natural. Hay mucha gente que escribe porque no quieren simplemente pasar por la vida. Escribir es un grito de la existencia que reclama, con mayor o menor calidad, y mayor o menor fortuna, su espacio.
P.S.: ¿Cuál es su opinión acerca de la autopublicación?
J.N.: Puede que algunos autores piensen que no necesitan editores, pero los lectores los seguirán necesitando siempre. Yo no me dejaría operar por alguien que se haya autoextendido un título de Licenciado en Medicina. Salvando las distancias, decir «léeme, yo te digo que soy bueno» es, casi siempre, enternecedor, y mucho más frecuentemente, algo muy discutible.
P.S.: ¿Son los premios literarios eso que dicen las malas lenguas o seguimos creyendo en la excelencia?
J.N.: Hay de todo, pero juzguemos a las cosas y a los colectivos por lo mejor de ellos. Y los buenos premios descubren grandes autores.
P.S.: ¿Son los egos o todo el mundo finalmente pretende llegar a la edad madura habiendo plantado sun árbol, habiendo tenido un hijo y habiendo escrito un libro…?
J.N.: Todos queremos trascender, de un modo u otro. De momento, en caso de duda, al menos plantemos (unos cuantos) árboles. No hay que hacerlo todo, No hay que haber ido a todas las partes. Elegir donde quieres estar y dónde no, también puede ser sabiduría.
P.S.: ¿Cómo ve la situación actual del país en su campo?
J.N.: Rica, concentrada, desafiante, estimulante, cargada de posibilidades de futuro. Editar es avanzar.
P.S.: Llegar al titulo mil en marzo y ser la editorial más joven es todo un triunfo, ¿no lo siente así? La más joven entre las 21 independientes del top 100.
J.N.: Fruto de mucho trabajo (lo único que puedo garantizar); bastante talento (de empleados, autores, etcétera, que tengo la suerte de conseguir), y la suerte que nos ha sonreído hasta el momento. Quien no le de las gracias a la suerte es un sobrado.
P.S.: Ser editor es ilusionarse cada día. Prever nuevos títulos, encontrar autores, entrar en ferias, etcétera, es uno de los trabajos más bonitos del mundo. ¿Se considera afortunado?
J.N.: Sí, porque cada día aprendo algo nuevo. Aprender es vivir más, sin aprender, el mundo es monocolor.

P.S.: ¿Qué hacía antes Jordi Nadal?
J.N.: Mirar el futuro con ganas de hacer cosas, y se preparaba para un muy arraigado deseo juvenil, ya manifestado a los 17 años, de ser parte del mundo editorial.
P.S.: ¿Es usted esa persona sensible que aparece en las letras de sus columnas?
J.N.: Sí, pero no sólo eso. Soy eso y todas mis zonas adyacentes, invisibles, oscuras y contradictorias.
P.S.: ¿Cuál es el motor de su vida tras estos catorce años y medio de éxito absoluto?
J.N.: Bueno, no es absoluto, lo único absoluto es la vida, o para hacer la broma de Mark Twain, lo único certero en la vida es la muerte y los impuestos. Los catorce años y medio son un concierto, que busca armonía, que disfruta de los allegros, y de las pausas, y de la secreta sonoridad de un catálogo que resuena con el mundo.
P.S.: Facturar 2,6 millones de euros hace que tenga nuevos proyectos por delante; ¿qué quiere abarcar Plataforma Editorial?
J.N.: El espacio natural, no impostado, con autenticidad y sentido.
P.S.: ¿Cuál es el balance de estos años?
J.N.: Trabajo, cansancio, esfuerzo, placer, y gratitud.
P.S.: ¿Los sellos pequeños están destinados a desaparecer?
J.N.: No, porque el talento es imparable. Y siempre habrá alguien que querrá reinventar el amor.
P.S.: Se temió por la edición digital pero el libro sigue teniendo su hueco incomparable. ¿Están destinados a desaparecer a pesar de todo?
J.N..: Nunca, los contenidos de calidad son más necesarios que nunca. Esto es como la película “Lo imposible” Tras el tsunami (Internet indiscriminado), estamos rodeados de agua no potable (mucha basura para la mente y el alma); necesitamos poca agua, buena y potable: esto es, contenidos filtrados. Eso hacemos los editores.
P.S.: ¿Qué hueco tienen los audiolibros? Empezaron para favorecer a las personas con discapacidad visual pero ahora, muchas personas se los compran para leer escuchando.
J.N.: Es época de aprovechar el tiempo, y todos vamos para arriba y para abajo y escuchar una voz entretiene y o enseña. Era una realidad que tenía que acabar llegando.
P.S.: ¿Por qué un libro tiene un éxito rotundo y otro —en donde se ha puesto más entusiasmo— no?
J.N.: No, hay muchas cosas imprevisibles, si editar fuese hacer cosas previsibles, los dueños de clubes de fútbol tendrían editoriales, que es infinitamente más interesante que algunos negocios que dan muchísimo dinero.
P.S.: ¿Qué quiere señalar de su editorial?
J.N.: Ser fiel a su eslógan inicial; editar libros con autenticidad y sentido. Autenticidad por su etimología griega (cualidad de original, que responde a sí mismo) y sentido por Victor Frankl. Donamos el 0,7 % de nuestras ventas a ONgs, plantamos un árbol por cada título publicado, y apadrinamos una escuela pública a la que damos 1000 libros al año.
P.S.: ¿Es el editor el malo de la película?
J.N.: No, como todo en la vida, en todos los rincones hay malos y buenos. En todo caso, en la cadena del libro, todos invertimos el mismo tiempo (el que tenemos); y el mismo talento (el que tengamos), el editor, además, invierte más dinero.
P.S.: ¿Le ha decepcionado algún autor consolidado?
J.N.: Todos decepcionamos y somos decepcionados por alguien, siempre.
P.S.: ¿Cree que la relación con los medios está transformando la escritura y la creación literaria?
J.N.: Sí, la disrupción digital es darwinista y la prensa escrita y los medios mainstream se llevan la peor parte. Solo pueden ir para atrás, casi todos.
P.S.: ¿Qué ha sentido cuando se ha marchado algún autor a otra editorial? ¿La deslealtad existe?
J.N.: Dolor, tristeza, enfado. Lo descubrió Buda; “el dolor existe”, pero, me apena ver que en el boxeo hay más elegancia. Un peso pesado NO puede luchar con un púgil de un peso inferior. En ese sentido, en el boxeo hay menos matonismo.
P.S.: Dígame tres autores que debemos tener presentes.
J.N.: De mi catálogo, Álvaro Bilbao, Victor Kuppers i Xavier Marcet. De otros, están una buena parte indexados en Libroterapia, mi libro.
P.S.: Cambiemos de tercio: ¿quién es Jordi Nadal cuando aparca Plataforma Editorial?
J.N.: Alguien que descansa de Plataforma para volver a Plataforma con más energía. Es alguien que disfruta viajar, dormir, leer, ver buen cine, conversar, nadar, escuchar música y llenarse los ojos de belleza.
P.S.: ¿Cuál es su debilidad?
J.N.: El enfado.
P.S.: Un libro en la mesilla…
J.N.: Las meditaciones de Marco Aurelio.
P.S.: ¿Relee o no lo ve necesario?
J.N.: Solo en grandísimos autores.
P.S.: ¿Un vino?
Dulce, el moscatel Ochoa; Rioja, Glorioso; Duero, Pago de Carraovejas, Cava Gramona; Champán Veuve; Tocat de lala, Empordà.
P.S.: ¿Su viaje soñado?
J.N.: Japón acaso, pero repetir costas de Cádiz o Menorca o Formentera, siempre valen la pena.
P.S.: ¿Un recuerdo?
J.N.: Siendo niño, regar el huerto con mi padre los dos descalzos.
P.S.: ¿Un consejo para nuestros lectores?
J.N.: Saber que estamos de paso e intentar hacerlo bien.