Poeta o periodista, periodista o poeta. Tanto monta, monta tanto. En su día a día maneja los tiempos de la actualidad en RTVE. Vive la información, esa que nos permite navegar entre la zozobra y la realidad de unas noticias que no siempre son amables y la maneja con sus estrofas acaso robadas en tiempos muertos en donde ha encontrado su verdadero ser. Ferran Garrido narra cuanto acontece desde el año 1985 en Radio Televisión Española, y confiesa a Prensa Social que se dedica a la poesía y la literatura desde siempre.
Su origen —valenciano, pero nacido en Madrid— siempre le ha dado una visión muy abierta de las cosas. Poeta maduro, reivindica la libertad de la Generación del 27, esa que se refleja cuando esboza alguno de sus versos. Hablamos con Ferran Garrido.
Prensa Social: Ferran, le conocen como el poeta de la imagen, cuéntenos por qué.
Ferran Garrido.: Pues se lo debo al editor José Membrive, de Ediciones Carena. Hace mucho, en un Sant Jordi en Barcelona, se le ocurrió al asociar mi afición a la fotografía con mi pasión por la fotografía. En aquella Feria del Libro salió el nombre. Nada que ver con mi trabajo en Televisión Española, pero he de reconocer que, en el fondo, me gusta mucho.
P.S.: Su labor literaria no está separada de la de periodista, muestra su lado sensible, su forma única de asir la vida. ¿Se sufre tanto cuando se siente así?
F.G.: Verá, el periodismo nos da una visión muy particular de la vida. Es como si viviéramos un montón de cosas de las que no participamos. Esto nos pasa porque hemos de tomar perspectiva para ver la realidad de los hechos y no dejarnos llevar por los sentimientos. Pero no es fácil. Nada fácil. Yo, a veces lo paso mal. Es cierto que soy una persona muy sensible, pero he aprendido a disociar mi realidad de la realidad que contemplo cuando cubro una noticia. A veces no lo consigo… Entonces, si empiezo a sufrir, escribo versos.
P.S.: ¿Desde cuándo escribe?
F.G.: Pues si le digo la verdad, creo que desde siempre. El otro día, justo antes de la presentación en Ámbito Cultural de mi último libro, en Madrid, unos amigos de toda la vida me hicieron llegar unos poemas míos que conservaban, escritos en 1981. Figúrese… desde siempre. Pero empecé a publicar muy tarde. Yo escribía para mí. Por necesidad, tal vez como terapia.
P.S.: No todo el mundo arranca de la misma forma; no todo el mundo puede escribir poesía, ¿qué le sucedió?
F.G.: Sinceramente, no lo sé. Empecé a escribir versos. Por pura necesidad de sacar de dentro todo lo que me rondaba por la cabeza. Fue una vocación temprana que luego materialicé en el periodismo, con mis columnas o con mis relatos. Con mis reportajes. Soy poeta, me hice poeta porque leo mucho, desde muy jovencito. Siempre en la mano los libros de Vicente Aleixandre o Luis Cernuda, los versos de Lorca y Miguel Hernández, las obras de Antonio Machado y Luis Rosales… Luego empecé a leer a Francisco Brines, a Ricardo Bellveser, a Rafael Soler, con el que me une una gran amistad, a Joan Margarit o Gil de Biedma… Cómo no iba a ser poeta.
P.S.: Cuénteme cómo ha evolucionado su obra poética.
F.G.: Yo escribo a medida que vivo. A muchos poetas de este tiempo se nos enmarca en lo que ha dado en llamarse “poesía de la experiencia”, una poesía que surge de nuestro día a día. Eso tal vez haga que nuestra obra, la mía en este caso, evolucione conmigo de la mano de mi vida. Acorde con los tiempos que vivo puede ir cambiando, pero mantengo un estilo definido, con mucha musicalidad en los versos, poemas llenos de romanticismos y mucho contenido social. Y mucha instrospección. Pero siempre muy directos y asequibles para el lector. Ahora me veo mucho más maduro que antes. Sin duda, cosa de la edad.
P.S.: Es Premio Nacional de Periodismo INJUVE; Premio Rey Felipe VI de literatura; Premio Ateneo de Valencia de periodismo; Premio BAI de poesía; Medalla al Mérito Académico y Literario; Premio INSVACOR; Premio de Periodismo del Colegio de Psicólogos… ¡Madre mía, Ferran!
F.G.: Bueno, los premios llegan cuando llegan, pero nunca los he buscado. Aunque no te niego que los agradezco mucho. Pero no los busco. De hecho, nunca me he presentado a ningún certamen literario. Me da corte. Eso sí, estoy muy orgulloso de esos premios que me han ido concediendo. Los recibo desde la humildad más absoluta y con mucho agradecimiento, pero sin darles más importancia que la que tienen. A mí se me suben pocas cosas a la cabeza, gracias a Dios.
P.S.: De sus obras, ¿cuál es la más importante para usted?
F.G.: Pues no lo sé… Esto es como aquello de a quién quieres más, a papá o a mamá… No sé qué decirle. En realidad, creo que la más importante es siempre la siguiente, la que estoy escribiendo en estos momentos o la que aún está por escribir. Pero si me pregunta por un título yo te diría que, tal vez, “Te escribo esta carta” por las circunstancias en las que está escrita, en la más absoluta soledad del confinamiento.

P.S.: ¿Cómo va a ser su evolución? ¿Hacia dónde va?
F.G.: Ni idea… Mi único objetivo es seguir escribiendo. Seguir con mis poemas, con un libro de relatos que tengo en el tintero, con una novela que algún día habrá de nacer y, por supuesto con mis columnas en ABC y mi trabajo en TVE. La tele, mis reportajes, las noticias y RTVE, los Telediarios, son mi vida. Esa casa me lo ha dado todo y quiero seguir dándoselo todo.
P.S.: ¿A quién le debe todo?
F.G.: Sin lugar a ninguna duda, en lo personal, a mis padres y a mi mujer, Bea, que tiene mucha paciencia conmigo. En lo profesional, a Radio Televisión Española y en lo literario a un amigo fallecido hace muy poco, el periodista, poeta y escritor Ricardo Bellveser. Pero no es tan fácil responder a esta pregunta. No lo es.
P.S.: ¿Le influyó la pandemia?
F.G.: Que si me influyó… Ya lo creo. Me afecta cada día. Ha cambiado mi forma de ser y de comportarme. Seguro que ha cambiado mi forma de escribir. Y me hizo vivir muchos meses en soledad. Eso, para un animal social como yo, fue difícil. La pandemia me ha enseñado a vivir la muerte y a valorar la vida.
P.S.: ¿Quién es Toni Alcolea para usted?
F.G.: Pues es mi editor (Olé Libros), eso ya lo sabe, pero en realidad es un hermano para mí. Como lo es Pedro Ignacio Fernández, el fotógrafo que ilustra todos mis libros. Ambas son personas que aman lo que hacen. Como yo. Y eso nos ha creado vínculos indestructibles de hermandad.
P.S.: ¿A quién le dedica sus versos?
F.G.: A usted se lo voy a contar… bueno, es broma. No hay una dedicatoria única. A la vida, al amor, a mi mujer, a la libertad, a la belleza… a veces al dolor y a la muerte.
P.S.: Ferran poeta; Ferran periodista. Le veo, y le leo, pero usted solo es uno para los que le conocemos. ¿Cómo lo maneja en el día a día?
F.G.: Pues mire, en realidad son las dos caras de la misma moneda. Siempre he visto, de una u otra manera, el periodismo como un género literario. Un reportaje, si la noticia y las circunstancias lo permiten, puede tener mucha prosa poética. No es difícil de llevar porque, además, más de una noticia me ha inspirado un poema. No es raro verme escribir versos en medio de una cobertura informativa. De hecho, creo que son actividades que se complementan de alguna manera. Al menos, en mi caso.
P.S.: Cambiemos de tercio: ¿Qué le está pasando al periodismo?
F.G.: Me encanta que me haga esa pregunta…
P.S.: Sus poemas rozan la crónica anunciada en algunas ocasiones. ¿Es esta profesión un recurso?
F.G.: Sin lugar a ninguna duda. Lo es. Un recurso y en muchas ocasiones el hilo conductor de mi obra y de mi vida.
P.S.: De todos los géneros periodísticos, ¿con cuál se queda?
F.G.: Soy hombre de televisión así que, sin lugar a duda, el reportaje. Pero la columna de prensa me apasiona. De hecho, escribo una cada semana en ABC, “Una pica en Flandes” que se está haciendo famosa por una extraña mezcla de sensibilidad, visión crítica y mala leche que me permite ser muy sincero y, a veces, políticamente incorrecto desde una prosa muy respetuosa con todos y con todo, y muy fiel a mí mismo.
Pero, el reportaje televisivo es lo más.

P.S.: Vamos con su lado más personal: Una canción:
F.G.: “Meravigliosa creatura”, de Giana Nannini. Me apasiona la música italiana.
P.S.: Un recuerdo:
F.G.: El día que me convertí en un superviviente. Y no se lo voy a contar.
P.S.: Un viaje:
F.G.: Mi último viaje a Roma con mi mujer.
P.S.: Un libro:
F.G.: Ufffff… He leído tanto… No sé. Si es obligatorio contestar te diría que “Poesía completa” de Vicente Aleixandre, editado por Alejandro Sanz. Es una edición muy, muy especial. Y si me dejas decir otro, “La sombra del viento” de Carlos Ruiz Zafón. Pero es una pregunta trampa. Es muy difícil decidirse por uno solo.
P.S.: Un autor:
F.G.: De ahora, Arturo Pérez Reverte. De antes, Miguel Delibes. De siempre, Emilia Pardo Bazán y Carmen Laforet.
P.S.: Un poeta:
F.G.: Mejor cuatro. Federico García Lorca, Miguel Hernández Vicente Aleixandre y Ernestina de Champourcin. Pura generación del 27.
P.S.: ¿Qué les recomienda a los lectores de Prensa Social?
F.G.: Pues mire, les voy a recomendar las canciones que Nacho Mañó, de Presuntos Implicados está haciendo con mis poemas. La voz la pone la cantante Gisela Renes y, a mí, me han cautivado. Y mire que al principio la cosa me dio un poco de vértigo. Yo, de momento, sólo las he oído en acústico, pero sé que las está orquestando y muero por escucharlas. A ver si, con suerte, la cosa se convierte en un disco. No podía imaginar nada mejor. Es un músico excepcional y ella una de las mejores voces de nuestro panorama musical.
P.S.: Muchas gracias, compañero por esta magnífica entrevista. Escuchemos entonces a Nacho Mañó y a Gisela Renes.