Alejandro Mardjanian para Prensa Social
El pasado 20 de febrero se anunció en la revista «Nature Medicine» una noticia muy relevante: la quinta persona en el mundo ha sido curada completamente del VIH mediante un trasplante de células madre, y la tercera, si sólo se cuentan los trasplantes de médula ósea. Al «paciente de Düsseldorf» le diagnosticaron el VIH en 2008 y poco después le diagnosticaron también leucemia. En 2013, recibió un trasplante de médula ósea de un donante compatible con su perfil genético y acorde con la complejidad de sus enfermedades. En 2018, tras numerosos exámenes, los médicos suspendieron la terapia antirretroviral.
Durante todo este tiempo, los investigadores han realizado todo tipo de pruebas, comprobando si aumentaba la cantidad del virus en la sangre. Este seguimiento fue muy largo, detallado y preciso. Los investigadores científicos no sólo buscaban rastros del virus. Estaban recopilando información sobre cómo interactuaban el virus, los linfocitos nuevos y viejos, la médula ósea y los fármacos. Casi 10 años después de la operación su organismo no mostraba rastros significativos del virus, a pesar de que el paciente llevaba más de cuatro años sin tomar medicación antivírica.
El primer caso de éxito de este tipo se produjo en 2009 con el “paciente de Berlín», también enfermo de VIH y leucemia. El tratamiento de esta última requirió un trasplante de médula ósea con sus células madre. Éstas se utilizan para producir nuevas células sanguíneas que sustituyan a las afectadas por el cáncer. El paciente recibió un trasplante de médula ósea de un donante sano. Las células madre de la médula del donante no contenían los genes del virus, los nuevos linfocitos no se infectaron y los antiguos linfocitos infectados se colapsaron gradualmente. Se interrumpió la cadena de transmisión en el organismo. Unos años después de la operación, se examinó meticulosamente al paciente y no se encontraron signos de VIH. Luego así se curó el «paciente de Londres». Fue examinado a fondo para ampliar y compartir toda la información necesaria para el desarrollo de una avanzada metodología que hizo posible también la curación del «paciente de Düsseldorf».
Es un paso de gigante, pero el trasplante de médula ósea no puede convertirse en un tratamiento masivo del VIH. Los riesgos del trasplante son desproporcionadamente mayores a los de la infección tratada. Es una operación muy compleja, no exenta de peligros postoperatorios y sólo se realiza cuando es absolutamente inevitable. Y la leucemia es precisamente uno de esos casos. Sin embargo, este avance de la I+D+i en el sector de salud allana el camino a los métodos más eficaces y seguros para el tratamiento de la enfermedad. Todo indica que los casos de curación del VIH por esta vía han creado un importante campo para la investigación. Han servido de base para los experimentos de edición del gen CCR5 en un organismo humano, cuyo resultado de momento no se ha hecho público (toda investigación contempla cláusulas de confidencialidad). Simplificando mucho, se trata del método CRISPR de «tijeras genéticas», que puede utilizarse para «cortar» las secciones de ADN en células vivas que han sido modificadas por el virus para reproducirse. La mayoría de los métodos que actualmente están en desarrollo para combatir el VIH utilizan una estrategia de “shock & kill”: reactivan el virus y lo destruyen. De forma paralela hay otra estrategia en estudio: «block-lock-exercise». Consiste en la destrucción del virus latente sin reactivarlo. El objetivo es «bloquear» el virus en células latentes para después eliminarlo del organismo mediante la tecnología CRISPR-Cas9.
Además, la información obtenida con el tratamiento de estos pacientes ayudará a crear los fármacos de nueva generación, incluso podría servir para el desarrollo de vacunas eficaces contra el VIH con tecnología de ARNm. La biotecnológica “Moderna” anunció recientemente el inicio de los ensayos de dos n contra el VIH. Los desarrolladores utilizan la misma tecnología que ha servido para crear su vacuna para el combatir el COVID-19. También la comunidad científica está expectante ante los resultados de los ensayos de la vacuna HIVconsvX de la Universidad de Oxford. Según sus creadores, podría ser eficaz contra todas las cepas del virus. Y continúa la avanzada investigación de la vacuna belga «Mosaico». Por ahora la creación de las vacunas se ve dificultada por las peculiaridades del ciclo vital del VIH y su gran variabilidad, especialmente su envoltura externa. Esto permite al virus eludir rápidamente la inmunidad artificial.
A pesar de grandes progresos, no debemos menospreciar esta peligrosa enfermedad. Todavía hay mucho que hacer, superando numerosos obstáculos. Según la OMS, entre 37 y 49 millones de personas han muerto en el mundo a causa del VIH: el número de víctimas comparable al de la Segunda Guerra Mundial. Y aunque la terapia actual impide la multiplicación del virus en el organismo, no lo elimina por completo. Por eso el paciente se ve obligado a tomar medicación diaria durante el resto de su vida. Y esta vida puede ser incluso tan larga y feliz como la de una persona sana, si no se olvida tomar las pastillas… y si tiene la suerte de vivir en uno de los países más ricos del mundo. De momento, solo en estos países las políticas de prevención, junto con los avances de la medicina, la disponibilidad del diagnóstico y tratamiento eficaces están permitiendo a las personas seropositivas vivir más y mejor. Todo hay que decírselo, aunque duela reconocer que el progreso científico siempre va por delante del progreso social y humanitario.
Alejandro Mardjanian Petrosian
Columnista divulgador de la I+D+i. CEO de Universal Knowmad.