Mujeres con autismo, con más riesgo de padecer enfermedades mentales

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Un ojo de una mujer en primer plano.
© CEDDD

¿Sabía que el TEA de las mujeres con autismo es más sutil que el de los hombres? Camuflaje que se traduce en un 70% de casos que nunca se llegan a diagnosticar.

Hay muchas mujeres con autismo, y buena parte de ellas tienen más papeletas de acabar padeciendo una enfermedad mental, precisamente por su trastorno del espectro autista, al menos en comparación con los hombres con TEA. O eso indica un nuevo estudio realizado por el Instituto Karolinska, publicado recientemente en la revista JAMA Psychiatry’.

Cuando ser mujer con autismo da unas papeletas extra de vulnerabilidad ante el mordisco de otras enfermedades mentales

Y es que, si bien el trabajo reconoce que las personas jóvenes con este trastorno se ven más afectados por las condiciones psiquiátricas y, por tanto, acumulan un mayor riesgo de acabar siendo hospitalizados como resultado de su enfermedad mental, sobre todo frente a las personas no autistas, sus investigadores aseguran que las mujeres con autismo son especialmente vulnerables a este riesgo.

Echando una mirada a los datos actuales de entidades y organizaciones, se puede afirmar que existe un consenso sobre que el colectivo femenino con autismo es más vulnerable que el grupo masculino que sufre este mismo síndrome. ¿El problema? Que han sido pocos los estudios que han podido establecer esta diferenciación de sexo en el mundo del autismo… hasta ahora.

Con el ensayo de los investigadores del Instituto Karolinska sobre la mesa, esta tendencia detectada se vuelve científicamente real. Y es que el estudio, de cohorte y basado en un registro, contó con más de 1,3 millones de participantes residentes en Suecia, cada uno de los cuales fue sometido a seguimiento entre 2001 y 2013, desde los 16 hasta los 24 años. ¿El resultado?

Tras demostrar que más de 20.000 de los participantes tenían un reconocimiento médico oficial de TEA, se observó que 77 de cada 100 mujeres con autismo que participaron en el estudio habían recibido un diagnóstico psiquiátrico antes de los 25 años, y eso como mínimo, frente a los 62 de cada 100 hombres autistas que habían recibido el mismo dictamen terapéutico.

«Observamos un mayor riesgo de once afecciones psiquiátricas diferentes, como depresión, trastornos de ansiedad, autolesiones y dificultades para dormir», tal y como detalló Miriam Martini, primera autora del trabajo y estudiante de doctorado en epidemiología psiquiátrica del Departamento de Epidemiología Médica y Bioestadística, del Instituto Karolinska.

Lo más preocupante de estos datos, a juicio de Martini, es el hecho de que 32 de cada 100 mujeres con autismo habían sido hospitalizadas como consecuencia de su enfermedad mental, frente a los 19 de cada 100 hombres autistas que habían pasado por el mismo proceso hospitalario. Una cifra que, en el caso de las personas sin TEA, ya fueran hombres o mujeres, caía hasta situarse por debajo de 5 de cada 100.

El estudio recoge la situación de un colectivo de adultos jóvenes con TEA inmersos en un momento crucial de su vida, que ven cómo muchos de sus problemas de salud mental se incrementan; algo que choca con la transición a la edad adulta, según esta facultativa, señalando que dicho periodo suele suponer un menor acceso a la asistencia.

«Es necesario ampliar la atención sanitaria a los adultos jóvenes, especialmente a las mujeres autistas, para poder detectar a tiempo las enfermedades mentales y evitar que los síntomas empeoren y acaben en hospitalización».

Pero ¿qué hace a las mujeres con autismo más vulnerables al efecto de las enfermedades mentales que los hombres con TEA?

Lo cierto es que la razón sigue sin estar clara, ni siquiera tras este estudio, aunque los investigadores apuestan por la influencia de varios factores. Por un lado, está la tendencia de las mujeres con autismo a abrazar comportamientos compensatorios para camuflar su autismo, algo demostrado en anteriores ensayos, debido a que normalmente buscan adaptarse a las expectativas de quienes las rodean. Una actitud que contribuye a retrasar el diagnóstico y la prestación de asistencia, por descontado, lo que a la larga puede afectar negativamente a su salud mental.

Pero también existe otra posible explicación en esta diferenciación de sexo del autismo, según apuntan los datos del trabajo de Martini, y es la dificultad que supone detectar el TEA en las mujeres con autismo recurriendo únicamente a los criterios clásicos de diagnóstico.

«Puede ser que el autismo se manifieste de forma diferente en las mujeres que, en los hombres, lo que significa que las mujeres no son detectadas utilizando los criterios de diagnóstico actuales», razonó al respecto la científica, aludiendo al hecho de que tales medidas de detección son menos sensibles a las particularidades femeninas. En cualquier caso, «esto es algo que tenemos que investigar más», y así lo admitió la propia experta.

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